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martes, 7 de febrero de 2012

Capítulo 15

-¿Qué es?-pregunté con cautela, no sabía si debía sentir miedo, curiosidad o ambas.
-Humm… ven y lo averiguarás-contestó.
-¿Y cómo sé donde estás, listo?-refunfuñé.
-Te vamos a buscar-respondió.
-¿Vamos? ¿Quién? ¡Si aquí sólo estás tú!-ya había colgado,  dejándome con la palabra en la boca.
Aunque no tardó demasiado en regresar, se me hizo eterno. Cuando volvió, mostraba una gran sonrisa y no venía solo.
-¿Preparada?
-¿Para qué?
Tiró de una cuerda que sujetaba en la mano derecha, que yo no había apreciado hasta el momento. Y, tras él, apareció un caballo. Abrí la boca. Tenía el pelaje negro y aterciopelado como  la noche más oscura. Mostraba un porte regio y altivo, cual caballo de exposición o competición. Era hermoso.  Pero me provocaba pavor. Era demasiado grande para mi gusto.
-¿A qué es bonito?-admiró Pablo.
Trató de acercarme el caballo que  levantaba las rodillas al caminar con una gracia  real. Retrocedí.
-No me lo acerques…  Me da miedo-reconocí.
-¡Pero si es muy manso!-exclamó dándole una palmadita al caballo, que bufó.
-Me da igual, tú no me lo acerques. ¿Dónde lo encontraste?
-Mientras buscaba comida,  escuché un ruido. Fui en su dirección  y lo encontré.
El caballo seguía mirándome con sus grandes ojos almendrados, negros. Sacudió la cabeza  para… ¿apartarse las crines de los ojos? No es que yo entendiera mucho de equinos. En verdad no entendía mucho de nada.
-¿Y porqué lo has traído?
-El pobre estaba solo, perdido,  y no  lo podía dejar ahí-reconoció.
Sonreí. Pablo era tan noble. ¿Cómo había gente dispuesta a hacerle  daño solo por una ``profecía´´? Me estremecí al pensarlo.
-¿Sabes que es de alguien?
Asintió.
-Puede que esa persona esté buscándolo-aventuré.
-Pues que ponga una denuncia a la policía-exclamó-Así avanzaremos más deprisa.
-¿Pretendes que me monte encima de él?-dije con los ojos desmesuradamente abiertos, alternando la mirada entre el caballo y Pablo.
-Sí.
-Empezando por que no me voy a montar sobre él-señalé al caballo que comía unas hierbas del suelo y levantó la mirada-Y no tenemos equipamiento. ¿O sabes montar a pelo?
-No, pero aprendo-exclamó acercando al caballo mediante la cuerda y cogiendo postura para saltar.
-¡Para!-grité-¿Se puede saber en qué piensas? ¿Y si te pasa algo? ¿O si el caballo ese nos delata?
-No me pasará nada-se detuvo-¿Delatar? ¿Llevas un transmisor?-le preguntó al caballo, burlándose-¿Ves? Dice que no, que está de nuestro lado.
-Pablo, por favor…-supliqué.
-¿Sabes cuánto antes llegaríamos?
-¡Pues tú vete a caballo que yo iré andando!-le grité, enfadada.
Que hiciera lo que quisiera. Me volví y me alejé.
-Pero, espera-exclamó avanzando para alcanzarme.
-Súbete en el caballo que llegas antes-le solté de mal humor.
-Por favor… ¿Querías que lo abandonase?-acusó.
-Ya se buscaría la vida…-me sentí mezquina y egoísta al decirlo. Miré el caballo que mostraba una mirada noble y fiel que me enterneció-¡No me mires así!-le grité. Movió las orejas y entristeció la expresión. Pablo me miraba con una ceja levantada-Está bien, pero no montaré sobre él.
Asintió y acarició al caballo.
-¿Has oído, chico? ¡Tienes nuevos dueños!-lo soltó un instante y se acercó a mí. Me dio un beso en la mejilla y susurró-Gracias, Noah. Te quiero.
-¡Para no quererme!-reí.
-Acércate al caballo.
-¿Es macho?-contesté dando una paso en su dirección. Levantó la cabeza y me detuve.
Asintió.
-Tranquila, yo lo sujeto.
Me acerqué rápidamente. Cuando fui a depositar una mano sobre su lomo, me miró y acercó su hocico y aparté la mano, aterrada. Lo volví a intentar y esta vez no hizo nada. Pasé la mano por su piel cálida y sedosa.
-Habrá que ponerle un nombre-comenté-Bueno, si quieres le llamamos ``caballo´´. Si fuera chica me hubiera gustado llamarla ``Cuchi´´-reí.
-Primero no es ``chica´´, es yegua. Segundo: ¿``Cuchi´´? ¿Qué clase de nombre es ese?
-Tú no lo entiendes-hice un mohín-Pero pongámosle un nombre.
-Bucéfalo-exclamó con decisión.
-Lo tenías pensado ¿eh?-respondí-¿De qué me suena?-pregunté.
-Era el caballo de Alejandro Magno.
-Ah-exclamé-Yo prefería Babieca.
-¿Babieca? No le pega-declaró.
Me encogí de hombros.
-Pues Bucéfalo.
Miré al caballo que buscaba hierba en el suelo. Suspiré. Volví hacia un lugar cómodo y me senté, con sueño. Cerré los ojos.
-¿Estás cansada?-preguntó sentándose a mi lado y pasándome el brazo sobre los hombros.
Asentí.
-Voy a por comida-se levantó.
-No, es casi de noche-le retuve sujetándole el brazo.
-Iré en Bucéfalo-señaló.
-Ni lo sueñes. Quédate, buscaremos de comer mañana.
Cedió con reticencia y ató a Bucéfalo a un árbol.
-Quédate ahí, campeón-le dijo.
Se tumbó a mi lado.
-¿Por qué les tienes miedo?
-No lo sé. De toda la vida. Son muy grandes, imponentes y tienen unos dientes… enormes.
-¿No te sucedió nada traumático?
-No. ¿Debería?-refunfuñé.
-No, mujer, no…
Me dio un beso en la frente. Me abrazó con fuerza. Cerré los ojos, con la cabeza apoyada sobre su pecho, me sentía protegida. Me dormí, más segura que nunca.

7 comentarios:

  1. Que intriga! :)
    Quiero mááááás!!!!!

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  2. Me ha gustado mucho! Definitivamente tienes talento para esto :D Sigue así!

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  3. más más dame más, quiero más! (8) xD
    El caballo me encanta...definitivamente a sido amor a primera vista *o*! :)
    Los nombres de Noah me han traumatizado! xD
    De esta historia el único nombre que me suena es Pablo (y al que conozco no se parece mucho! xD) Con los demás nombres flipo!
    Que protestona se ha puesto Noah, con lo buena gente que es Bucéfalo! xD
    Espero el siguiente!
    Un besito de tu plasta personal ;)

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  4. :O
    ¡Que monos! :D
    Quiero el siguiente capítulo ya :D
    Me encanta Bucéfalo :D
    ¿Un beso y sigue así! ^^
    <3

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  5. Bucéfalo me ha caído súper bien!!!
    Quiero saber cómo sigue todo esto... me encanta María^^
    Espero tener noticias pronto de la novela n_n
    Un beso linda!

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  6. Me encanta,el capitulo genial,por favor el siguiente

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  7. Ya he podido leer los capítulos que llevaba de retraso, sí se que es para matarme siempre metiéndote prisa y después soy la ultima en leer, lo siento...
    De ahora en adelante prometo estar al dia.
    Un beso, Marisa.

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