No
fui capaz de contener una exclamación antes de correr a abrazarla. Ella soltó
un gritito cuando la rodeé.
-¡Cuánto
tiempo!-reí, encantada-¿Qué tal, pequeña?
Ella
se puso colorada. Sonreí ante su timidez.
Escuché
que la puerta se cerraba con fuerza. No tardaríamos en partir.
Le
revolví el pelo y me giré.
Pablo
y Arturo salían ya, con las últimas cosas que nos llevábamos.
-¿A
dónde vais?-se interesó Lésira.
-Hummm…-¿podía
decírselo? Supuse que no-Vamos a jugar al escondite-dije finalmente, con una
sonrisa cómplice.
-¿Puedo
ir?-me pidió, con ojos suplicantes.
Negué
con la cabeza.
-Vas
a jugar de otra manera-expliqué-No le dirás a nadie que nos has visto ni donde
estamos ¿entendido?-le guiñé un ojo, como si todo aquello no fuera más que un
juego.
Asintió,
complacida al poder participar.
Me
acerqué a Pablo y Arturo.
-¿Nos
vamos?-pregunté.
Ellos
asintieron. Respiré un par de veces, mirando a mi espalda.
Finalmente
di un par de pasos adelante y les indiqué que estaba lista.
Al
final, yo había conseguido llevar a Bucéfalo. Había vivido demasiadas aventuras
con ese caballo paran que no me acompañara también en esa.
Me
monté sin ninguna ayuda. Aunque la necesitara, no se la pediría a ninguno de
los dos.
-Es
mejor que no canses a Bucéfalo hasta dentro de un rato-me dijo en tono de
recomendación Pablo.
Me
bajé a regañadientes mientras apretaba los dientes. Tenía que hacerme a la idea
de que iba a pasar mucho tiempo con ellos y que no podría encerrarme en una
habitación o huir a la parte trasera de la casa. Tendría que soportarlo.
Caminábamos
en silencio, lo mejor en esa situación. Cada vez nos acercábamos más a la
salida. Aquel lugar por donde habíamos llegado y nos habían capturado. Me
estremecí sin desearlo.
Aklenk
y Rewth estaban ya allí. Aklenk parecía algo intranquilo pero Rewth se mostraba
firme y decidido, como si hiciera esas cosas a diario. Ambos llevaban un
caballo sujeto por las bridas. El de Aklenk era una yegua de color arena, con
aspecto tranquilo. Aklenk llevaba un semental bayo. Me calmó un poco que
estuvieran ahí.
-¿Qué
llevas ahí?-pregunté, señalando una especie de caja alargada y no demasiado
ancha que sujetaba su caballo a un lado. No me imaginé montar con esa…cosa
debajo de un flanco.
-Espadas.
¿Os habíais olvidado de mis entrenamientos?-sonrió.
-Esperaba
que los aplazaras o algo…-confesé.
-No,
un buen maestro nunca cancela sus clases y sabe enseñar en cualquier lugar.
Acepté
su afirmación.
-Vamos,
no perdamos más tiempo-se impacientó Arturo.
Rewth
se encogió de hombros y comenzó a guiarnos delante. Seguimos recto.
-¿Cómo
has conseguido traer el caballo de la reina?-me preguntó, curioso.
-Insistiendo
mucho. Y habiéndole salvado la vida. Supongo que también influye-expliqué,
relajada.
-Yo
no estaba en palacio cuando sucedió…-habló para sí, en voz baja, lamentándose.
-Mejor
que no estuvieras-susurré.
-Ah,
sí, perdón. Para ti no debió de ser agradable.
-Lo
opuesto a agradable. O peor.
Sacudió
la cabeza.
-Yo
no entiendo como no mandaron a unos soldados experimentados en vez de a
vosotros…
-Es
una profecía. No podían enviar al primero que pasara.
-Supongo
que tienes razón-admitió.
-Claro-usé
esa modestia que me caracterizaba y lo hice reír.
En
ese corto espacio de tiempo ya nos habíamos alejado bastante, cuesta arriba. El
calor empezaba a resultar sofocante y todavía no era ni mediodía. Miré de reojo
a nuestras espaldas. Arturo charlaba animadamente con Aklenk y Pablo estaba
silencioso, sin mirar a nadie durante más de tres segundos seguidos.
Respondí
con evasivas a todo lo que me decían, no quería hablar. ¿Debía acercarme a
Pablo? Me molestaba que estuviera solo y no hiciera nada por acercarse a los
demás. Después de la pequeña pausa que hicimos para comer me acerqué a él,
cuando estábamos descansando.
-¿Porqué
no hablas con Arturo o con Aklenk o Rewth? O conmigo, si quieres-le sonreí.
-No
me apetece-no me miró.
-¿Se
puede saber que te pasa ahora?-le pregunté, exasperada.
-Estoy
preocupado por ti-me gruñó.
-¿Por
mí? ¿Qué me pasa ahora?-me miré de arriba a abajo: estaba bien.
-Vas
a correr mucho peligro…Tengo un mal presentimiento-confesó finalmente.
-¿Un
presentimiento? Te creía algo más sensato-me burlé.
-¿Has
pensado aquello?-me abordó.
Tardé
unos segundos en percatarme de a que se refería.
-Pienso
que no es el mejor momento para hablar de esto…
-¡Eh!
Vosotros dos, vagos-nos gritó Rewth.
Habíamos
parado en un camino y nos adentráramos unos metros en el bosque, intentando
evitar las miradas de los curiosos.
Lo
miré y vi que había abierto la caja de las espadas y las comenzaba a sacar y
limpiar con un paño.
-¡Venid
aquí, no os libraréis del entrenamiento!
Bufé
ligeramente pero no protesté.
-Bienvenidos
otra vez a mis cada vez más humildes clases-bromeó-Seguiremos con los
movimientos básicos y si veo que habéis mejorado algo, pasaremos a pequeños
combates entre nosotros.
Nos
fue dando las espadas, más grandes según nuestra fuerza y tamaño.
-Podéis
practicar con los árboles, pero tened cuidado con los golpes, ya que pueden
romper las hojas.
Asentí
y me acerqué a uno de aspecto delgado y enclenque.
Rewth
siguió explicando en voz alta.
-Todas
estas explicaciones os ayudarán. Debéis tener en cuenta que para manejar una
espada se necesitan años y hay infinidades de tácticas empleables. Esto no os
prepara ni mucho menos para una batalla o una lucha. También hay muchísimos
elementos que intervienen, desde obstáculos a los factores climáticos.
Claramente con este aprendizaje estaréis
ligeramente más preparados que si nunca habéis cogido una espada.
Moví
la espada en horizontal y di de lleno en la mitad del tronco. Quise sacar la
espada con rapidez pero se quedó clavada. Tiré con fuerza pero no conseguí
nada. Algo avergonzada llamé con voz queda a Rewth.
-Nunca
se da con tanta fuerza para perder el dominio-dijo con tranquilidad a la vez
que liberaba mi espada. Buscó algún rayazo o muesca y al no encontrarlo me la
devolvió.
-Lo
intentaré a partir de ahora.
-Y
procura dejar los brazos menos rígidos, de manera que los movimientos sean
menos forzados y más espontáneos.
Eran
muchas cosas pero procuré esforzarme. Al cabo de un rato, sofocada y agotada,
me detuve a descansar. Rewth y Aklenk practicaban juntos. Me impresionó su
maestría. Se notaba que Rewth era mejor Aklenk pero este tampoco era un novato.
Se detuvieron tras un golpe seco.
-¿Puedo
practicar yo también así?-les preguntó Arturo con los ojos brillantes. Los
había observado todo ese rato o más, incluso.
-Ponte
con Pablo-ordenó nuestro maestro.
Claro.
No se iba a poner conmigo…
-Tened
mucho cuidado, no quiero detener una hemorragia.
Como
nadie me prestaba atención, seguí descansando aunque ya estaba recuperada.
Había
notado cierta tensión entre ambos, pero no esperaba lo que sucedió a
continuación.
Empezaron
tanteándose, meros roces. Poco a poco fueron enfureciéndose. Los ojos de ambos
relucían de ira. Arturo golpeaba con rabia, apretando los dientes. Pablo, en un
principio, se limitaba a defenderse pero poco a poco cedió ante la furia y
atacó. Me asusté y retrocedí a su paso.
Me
pareció que se decían algo pero no lo pude averiguar.
-¡Chicos,
parad!-la voz de Rewth denotando preocupación y mandato.
No
hicieron gesto de parar y continuaron con más rapidez.
-¡Arturo!
¡Pablo!-bramó inútilmente.
Pablo
evitó por los pelos un roce de Arturo y continuó, con energías renovadas.
Esta
vez, Pablo parecía dispuesto a pasar por encima de Arturo a cualquier precio.
Rewth se acercó, espada en mano. Sujetó a Arturo por la espalda pero este se
soltó con rapidez y continuó. Me di cuenta de que parecía el Arturo impulsivo y
gruñón del año anterior, no el chico maduro y serenado que había visto en los
últimos tiempos.
Aklenk
se movió también para tratar de separarlos. Yo me encontraba tan conmocionada
que no era capaz de moverme. ¿Por qué se estaban tomando tan a pecho todo eso?
Cuando
parecían a punto de ser detenidos por Aklenk y Rewth, Pablo golpeó a Arturo y
dejó caer la espada. Su expresión parecía indicar que se había despertado
somnámbulo y que, durante toda la pelea, no se percatara de lo que había hecho.
El lugar donde Pablo asestó el golpe Arturo (cerca del hombro) comenzó a
impregnarse de sangre. Me acerqué a él.
-¿Qué
habéis hecho?-les gritó Rewth. Parecía a punto de perder los nervios y no me
habría extrañado nada que le diera una bofetada a cada uno-¡Sois
unos…unos…unos…!-se quedó sin palabras y paró de hablar para coger
aire-¡Maldito el momento en que decidí enseñaros, maldito! No deberíais estar
aquí, ninguno. Pensaba que Noah era la más impulsiva y menos razonable-no me
mostré ofendida, tenía toda la razón-pero no, sois vosotros dos. ¿Cuántos años
tenéis? ¿Cinco, seis…?
Arturo
estaba ceñudo y Pablo, de pie, con los brazos colgando, parecía estar en
cualquier otro lugar, desde el polo Norte hasta Miami si no fuera por esa cara
de arrepentimiento que se había ido extendiendo por su rostro mientras Rewth
les gritaba.
-Y
no me digáis que esto lo empezasteis como un simple juego, aquí hay algo más.
Si me lo queréis contar, adelante-se cruzó de brazos, esperando una explicación
que no llegó-Me niego a entrenaros más mientras mostréis este comportamiento
infantil. Noah-me llamó, infinitamente más calmado-Ven, te seguiré enseñando a
ti.
Asentí
y recogí mi espada. No le pregunté a Arturo como estaba ni a Pablo como se
encontraba sentimental, lo conocía lo suficientemente bien para saber que se
estaría odiando y daría lo que fuera por cambiar esa parte de su pasado.
-Levanta,
te curaré eso-suspiró Aklenk-Creo que no es más que superficial… Como pasaremos
pronto por algún pueblo, podrás ir a la curandera a que te mire.
Rewth
parecía apenado. Me dio un par de instrucciones en voz baja y empezó a golpear
mi espada con delicadeza.
-Creo
que se te daría mejor un puñal-musitó, tras varios minutos.
-¿Qué?-pregunté,
aunque lo había escuchado perfectamente.
-Tu
arma, el puñal. Sujetas la espada muy cerca del cuerpo y se nota en los
movimientos que es muy pesada y larga para ti. En una batalla, tendrás que
utilizar la espada porque es más fácil detener los ataques de las mismas que
con un puñal-explicó-Espera, probaremos.
Se
acercó a la caja y extrajo un pequeño puñal de su interior. Se volvió hacia mí.
Me parecía que estaba demasiado tranquilo, impasible.
Me
lo tendió sin una palabra. Apoyé con delicadeza la espada en el suelo. Era
pequeño, con la empuñadura suave, del color del cuero oscuro y refinado. Su
filo era doble. Apenas pesaba, en comparación con la espada. La sujeté con
firmeza y seguí las instrucciones de Rewth.
-Es
tu arma-concluyó-Ya basta por hoy. Pongámonos en marcha.
Le
ayudé a guardar todo.
-¿Qué
piensas hacer con esos dos?-usé un tono de confidente, de amiga.
-No
lo sé. Debería de dejarlos en cualquier lado… Son muy impulsivos, no durarían
más de cinco minutos en una guerra de verdad.
-Pero
no lo harás-recordé.
-Es
verdad… Luego tomaré una decisión-me tranquilizó-¡Nos vamos!-gritó a
continuación.
Arturo
estaba sentado, con una venda alrededor del hombro y la camisa manchada.
-¿Qué
tal estás?-me obligué a preguntar.
-Sobreviviré.
Tu novio me ha hecho un buen corte-usó un tono despectivo que me dieron ganas
de…de…de decirle a Pablo que volviera a coger esa espada y…
No
sé que fue peor, si su tono o que usará las palabras ``tu novio´´.
Me
alejé, airada. Pablo se merecía más que estuviera con él. Él había herido a
Arturo, sí, pero Arturo empezó la pelea.
-Hola-lo
saludé.
Estaba
sentado con la espalda apoyada en uno de sus fardos y la cabeza hundida entre
las manos.
-Hola-respondió,
sin ganas.
-¿Te
apetece hablar sobre lo de hoy?-fui amable.
Se
encogió de hombros.
-Te
sentará bien-aseguré-¿Porqué ha sido? No fue un entrenamiento.
-No
debería decírtelo pero…-me sorprendió que cediera tan pronto. Le apoyé una mano
en el brazo, instándolo a seguir-Ya hace tiempo que estamos así. Él no me
soporta porque estuve contigo, porque eras mi chica, porque estabas conmigo en
vez de contigo. Yo no lo soporto porque él te instó a que rompiéramos, por su
culpa estamos así. Hoy…simplemente hemos explotado.
-Pablo…-susurré-Él
no debería odiarte por eso. Yo estaba contigo porque quería, no me obligaste.
En todo caso, debería detestarme a mí. Y tú… no rompimos solo por eso, ¿lo
sabes?-usé un tono indulgente, idéntico al que usaría con mi hermana cuando
esta era más pequeña.
-¡Claro
que lo sé, Noah!-exclamó, incorporándose-¿Te crees que soy idiota?-estaba a
punto de echarse a llorar, lo veía en sus ojos-¡Tengo que echarle la culpa a
alguien! Y soy demasiado egoísta para admitir que todo fue por mí, por mi
estupidez…
-Shh-lo
detuve-Tranquilízate-le pedí. Me sorprendía ser la calmada, la tranquila, la
racional por una vez. Cuando volví a hablar, no pude evitar la dulzura de mi
voz-No es nuestra culpa. Es culpa del destino. ¿Quién te dice que yo no te diré
que sí mañana o pasado? O que no lo haré-no quería darle esperanzas, ni yo
misma me sentía así-Tenemos que seguir adelante. Y no guardarnos rencor. Estaré
aquí para lo que necesites. No puedo hacer más.
No
se contuvo y me abrazó.
-Siento
todo este numerito, de verdad…No quería hacerle daño o sí pero eso no está
bien…-hablaba tan atropelladamente que me costaba entenderlo.
-Yo
no te tengo nada que perdonar-me separé y señalé a Arturo con la cabeza-Él si
se merece una disculpa. Dile lo que me has dicho a mí-le sonreí.
Se
levantó y me miró, agradecido.
Suspiré.
Lo había hecho bien. Lo había conseguido. No había empeorado las cosas, había
ayudado a dar un paso para mejorarlas. Me sentía orgullosa de mí misma. Ahora
eran ellos los que debían dar el último, juntos. Tras unos segundos me di
cuenta de la realidad: se habían peleado por mí. En vez de sentirme halagada,
me sentía indiferente, hasta me parecía mal que lo hubieran hecho. Los vi
hablar, tensos. Vi como se estrechaban las manos y respiré, aliviada. Temía que
Arturo provocara otro enfrentamiento.
Rewth
se mostraba respetuoso y no había insistido en el tema de irnos.
Cuando
finalizaron, recogimos todo lo que quedaba por el suelo y nos marchamos.
ayy me tienes enamorada con el triángulo amoroso.
ResponderEliminarMe da penita Pablo, él la ama de verdad T_T aunque arturo tb me da penita, pero no tanto...
Yo soy team Pablo, está ya clarísimo desde hace tiempo â.â
Espero el prox ansiosa^^
Un beso cielo! May R Ayamonte ∞
*_* Violencia!
ResponderEliminarAy que me daba algo cuando se han puesto a pelear. Si es que esos chicos son... Pero hija, a mí me gusta Pablo!! Es que es taaaan mono, tierno, romántico, sincero. Me encanta!!
ResponderEliminarUn beso!
Que capirulo. Cuando se pelearo no me gusto. No me gusta la violencia, me gusto el capitulo. Ya los extrañaba. Sigue asi
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