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sábado, 23 de junio de 2012

Capítulo 43



Nos movimos entre la gente que seguía algo conmocionada y turbada.
-Yo me colaré por donde se lo llevaron-susurré.
-¡Ni hablar!-su tono demasiado alto consiguió que despertáramos algunas miradas interrogantes.
Me encogí de hombros.
-Sé cuidarme-murmuré con enfado.
-Creo que no sabes el peligro al que nos enfrentamos-gruñó-Vámonos-ordenó.
-¡Más peligro al que se enfrenta Arturo!-exclamé en voz baja pero con fuerza.
Respiró hondo.
-Tienes razón. Pero admite que necesitamos un plan y este no es el lugar adecuado.
Asentí débilmente.
-Escúchame. Saldremos y pensaremos algo. Luego, volveremos.
-Tal vez se nos haya acabado el tiempo…-musité.
Sacudió la cabeza y se marchó. Lo seguí. Con una mano me sujeté la capucha que comenzaba a escurrírseme, dejando al descubierto mi rostro. La sujeté con la mano derecha mientras abría la puerta con la izquierda. Apresuré el paso y alcancé a Aklenk.
-No es seguro que continuemos deambulando por las calles. Debemos ir a un lugar más seguro.
-No podemos alejarnos-protesté.
-Estoy de acuerdo. Tengo unos amigos por aquí. Nos dejarán escondernos mientras planeamos algo.
-¿Están humm… en vuestro grupo?-había estado a punto de decir la palabra secta.
-No. Pero no se lo diremos-me guiñó un ojo.
Sonreí.
-Corre.
Echó a correr, sorprendiéndome. Lo seguí.
-¿Así no llamamos la atención?-pregunté.
-No.
-Claro, lo más normal es ver a dos jóvenes con capuchas y corriendo como locos-ironicé.
Se rió en voz baja.
-Es mejor que que vayamos despacio, así hay menos posibilidades de que nos encuentren.
Me encogí de hombros. Seguíamos corriendo. Ya empezaba a cansarme cuando nos paramos delante de una casa. Aklenk golpeaba la puerta cuando pregunté:
-¿Sabes lo que vas a decir?
Asintió.
La puerta se abrió en el mismo instante en que yo me recolocaba la capucha.
-Hola-exclamó con sorpresa una voz-¿Qué haces aquí?
-Veníamos de paso y mi compañera se ha encontrado mal. No es de aquí y no habla nuestro idioma-explicó-Necesitamos descansar.
-Os preparé una habitación ahora que…
-No, no. No te molestes. Será apenas una hora-aclaró-Con tu pajar nos llega.
-¡Es incómodo y está sucio!-replicó el amable propietario de la casa. Yo mantenía la vista fija en mis zapatos-No me llevará nada prepararos una habitación…
-Qué da igual-rió Aklenk-Venga, déjanos pasar.
Escuché un suspiro.
-Ya sabes donde queda.
Aklenk me dio un codazo. Lo seguí. Seguíamos en la calle. Escuché un cerrojo y el chirrido de una puerta al abrirse.
-Pasad.
Noté que me observaba con curiosidad pero no dijo nada en alusión a mi extraño aspecto, ni el lugar del que provenía.
-Muchas gracias.
-De nada. Os dejo descansar… ¿Necesitáis algo?
-No, no...
La puerta se cerró.
-Ya puedes quitarte la capucha. Si quieres, vamos.
Me la bajé de un tirón.
Estábamos en un amplio granero, de paredes de madera, algo endebles. Algún montón de paja en las esquinas destacaba a que se dedicaban los propietarios. Apoyadas en la pared había distintas herramientas de cultivo ligeramente parecidas a rastrillos, hoces, guadañas…
Me estremecí. En toda buena película de terror se usaba alguno de aquellos instrumentos inofensivos para el campo…
Aklenk se acercó a un montón de paja y se tumbó sobre él.
-Puedes sentarte.
Lo imité.
-Vamos a ver-empezó-Tenemos que llegar hasta tu amigo-no lo corregí en esta ocasión-Y no tenemos casi tiempo. Hay que colarse y rescatarlo. ¡Hace falta una distracción!-casi gritó.
-¿Una distracción?
-Sí. Alguien debe distraer su atención de Arturo. Mientras todos están con la distracción, alguien ayudará a Arturo a escapar y dará la señal de que puede escapar.
-Ah…
-Yo puedo ayudar a Arturo.
-Yo seré el señuelo-dije con resolución.
-Vale. Preparémonos.

Un par de minutos después caminábamos apresuradamente en dirección a la taberna. No podía evitar sentirme terriblemente nerviosa. Nuestra vida dependía de cómo actuara. 
-Debes estar preparada por si hay que escapar.
-Tranquilo. Sé lo que tengo que hacer.
Se encogió de hombros.
-Cuando se enteren de lo que hemos hecho nos matarán.
Si no nos han matado antes, pensé. Sacudí la cabeza. Me estaba poniendo muy melodramática. Y, sinceramente, no era mi estilo.
-Recuerda lo que hablamos.
-No te preocupes por mí. Preocúpate de tu parte.
-Si algo sale mal, estoy seguro de que Pablo me matará.
-O a mí. Me repitió tantas veces que no corriera riesgos, que no debía ir, que tuviera cuidado…-suspiré.
Aklenk sonrió.
-¿Qué?
-Nada-movió la cabeza de derecha a izquierda, todavía sin borrar la sonrisa.
Respiré hondo. El plan era simple. Él entraría primero y se camuflaría lo mejor y lo más cerca que pudiera del lugar donde estaba Arturo. Entonces, yo entraba en acción. Debía entrar y distraer a todos hasta que Aklenk me señalase que podía echar a correr hacia la salida donde él me ayudaría.
Me dio una palmadita en el hombro, dándome ánimos y entró.
Cerré los ojos y me quedé en la puerta. Respiraba hondo y despacio, tratando de calmarme, debía pensar con frialdad. Pero, cuando consideré que había pasado tiempo más que suficiente para que Aklenk se escondiera, no fui capaz de moverme. Lo intenté de nuevo pero me hallaba completamente paralizada por el terror. Un sudor frío empezó a recorrer mi cuerpo. Me mordí el labio inferior. Debía entrar ya.
Intenté recordar los motivos que me mantenían quieta en aquel lugar aunque todo mi ser me chillaba que corriera. Que corriera hasta volver al refugio y que me lanzara a los brazos de Pablo, donde estaría segura de nuevo.
Debía hacerlo por Arturo y Aklenk que se habían visto arrastrados sin poder hacer nada a problemas que no eran suyos. En el caso de Arturo, ni siquiera era su mundo. Aklenk ni había hecho nada malo, y estaba segura de que era buena persona. Debía hacerlo por ellos.
Lentamente, abrí la puerta. Pensé un último instante en Pablo antes de comenzar con mi papel.
Entré. Nadie se molestó en mirarme. Lo prefería así pero, lamentablemente, no podía hacer eso ese día. Respiré hondo una vez. Dudé entre gritar o destaparme la capucha. Mejor permaneces con el rostro tapado hasta el último momento, así que chillé tan fuerte como me permitieron mis pulmones y cuerdas vocales. Todo se detuvo por un instante. Muchos se giraron y dirigieron su mirada hacia mí, con interés. Me estremecí y volví a sentir una acuciante necesidad de escapar y ponerme a salvo, pero permanecí quieta como una estatua. Escuché murmullos de consternación e interrogación. Nadie reconocía entre ellos a aquella figura que no enseñaba su rostro entre los suyos. Nadie la recordaba. Porque yo no pertenecía a ese lugar. Porque yo era una intrusa. Y debía continuar con mi papel.
Me pasé la lengua por los labios secos, tragué saliva y comencé a hablar con gran inseguridad, idéntica a la de una niña que tiene que hablar por primera vez en público, delante de sus compañeros. Ese miedo se le iba pasando al hablar y poco a poco, cogía seguridad pero ese tampoco era mi caso. Cada segundo que permaneciese allí arriesgaría más mi vida.
-Eh…-tartamudeé. Estaba improvisando-¡Sé quienes sois!
Todos se rieron escandalosamente. Pensaban que sólo era una loca y no debían prestarme atención. Aunque yo tenía un arma bajo la capa. Era un fino cuchillo, de hoja endeble, que Aklenk me había dado como protección y para aportarme mayor seguridad. Me sentiría más segura si llevara un Kalashnikov o una ametralladora ALFA pero era lo mejor que había y con lo que tendría que conformarme. Palpé el arma con mi mano. Noté su filo afilado y punzante… No me creía capaz de utilizarla pero serviría para amenazar a la gente. Aparté la mano, tratando de disimular.
-Lo digo en serio-amenacé-Y no estoy sola. ¡Hay bombas por toda la estancia!
Intercambiaron miradas entre ellos durante unos momentos hasta que se echaron a reír. Por lo visto pensaban que era tonta y no sabían lo que eran las bombas.
-Tengo a gente vigilando este lugar y atacaran a una orden mía-aventuré. Traté de mostrar seguridad aunque mentía bien.
Todos callaron y me miraron fijamente, tratando de averiguar si mentía.
Un fornido hombre se acercó a mí.
-Yo de ti no me acercaría-mi voz tembló levemente-O daré orden de que destruyan este lugar.
Volvió a producirse un largo silencio.
-¿Cómo sabemos que es verdad?-preguntó una mujer.
-¿Cómo sabéis que es mentira?-me limité a responder con calma.
Nadie respondió. Estaba creyendo que dominaba la situación hasta que unos tipos muy fuertes aparecieron por el lugar en el que había visto a Arturo por última vez.
-¿Qué está pasando?-vociferaron.
Alguien se lo explicó en voz baja.
Se me formó un nudo en la garganta. El tiempo pasaba muy  lento y el peligro se acrecentaba con cada segundo.
-Quítate la capucha-ordenó el más fuerte.
Estuve a punto de retroceder pero me obligué a parecer serena y firme.
-No. Y no dé ni un solo paso más.
Se rió.
-Se acabó el juego-avanzó en  mi dirección a grandes zancadas.
Retrocedí hasta chocar con la puerta. Aklenk podía ir apurando porque si no… Saqué, lo más rápido posible, el pequeño cuchillo.
-¡Estoy armada!-grité.
Tracé una circunferencia a mi alrededor con la punta del cuchillo.
El hombre rió de nuevo.
-¿Crees que puedes asustarme con eso? Suéltalo, no te vayas a hacer daño.
La ira fluyó dentro de mí. Sería peligroso, un malote y todo lo que quisiera pero no tenía derecho a hablarme así.
-No juegue conmigo…-advertí.
-Eres buena humorista-dijo tras una nueva carcajada-Pero estoy empezando a cansarme de ti y tus jueguecitos…
Empezaba a ponerme muy nerviosa. Sentía ira, nervios, preocupación, miedo… Todo mezclado haciendo que fuera incapaz de reaccionar razonablemente. Si huía ahora podía escapar hasta… ¡No, debía esperar a Arturo y Aklenk!
El hombre se acercara, seguido por los demás que parecían curiosos en ver mi rostro. Me estremecí. Sentía ganas de llorar.
-¡Ahora!-gritó una voz masculina que reconocí al instante. Era la señal.
Tiré el cuchillo al suelo, me giré lo más rápido que pude y me abalancé sobre la puerta que abrí. Me lancé a las calles corriendo. Algo me retuvo. Me volví, desesperada. Un pliegue de mi capa se enganchó, dando tiempo a mis perseguidores. Tiré con rabia de la tela. La capucha se me cayó y tardé un instante en colocarla de nuevo, enseñando mi rostro. Corrí sin mirar atrás hasta doblar una esquina. Esperé hasta que Aklenk se reuniera conmigo. Esperaba que no me alcanzaran…
Unas figuras aparecieron. Me asusté pero los reconocí al instante.
-Lo hemos logrado-murmuré, incrédula.
Me apoyé en la pared y me dejé resbalar, hundiendo la cara entre las manos.
-Gracias-habló Arturo con voz ronca.
No tenía ganas de gritarle, no tenía ganas de nada que implicara moverme.
-Debemos irnos-apresuró Aklenk-Nos estarán buscando.
Me incorporé y fuimos caminando, no demasiado rápido de vuelta a nuestro refugio.
Miré a Arturo. Parecía agotado. Sus ropas estaban rotas y sucias y andaba con cansancio, como si le doliera todo al dar un paso.
Aklenk caminaba unos pasos por delante de nosotros, me acerqué a él.
-¿Te encuentras bien?-murmuré.
Se encogió de hombros.
-He sido un idiota. Lo siento. Gracias por venir a ayudarme. Lo he pasado muy mal-se desahogó.
-No te preocupes. Estaremos siempre para ayudarte-sonreí.
Me sonrió.
-Os he puesto en peligro y de verdad que…-continuó.
-Da igual. Pablo se va a alegrar de verte.
Continuamos caminando.
En el fondo, me preocupaba que hubieran visto mi rostro. Ahora, podrían encontrarme. No era  muy diferente de antes pero me sentía… pillada. Como a una niña pequeña que encuentran en un lugar al que le han prohibido ir. Y, en cierto modo, nadie me había invitado a ir allí. Aunque, visto desde otro punto, tampoco me lo negaran. Siendo sincera, no era nada de vital importancia. Pablo fuera, así que, yo también. Era simple.
Al poco tiempo, vimos la casa. Todos aceleramos y sólo bajamos el ritmo hasta llegar a la puerta, sintiéndonos más seguros. Abrimos la puerta.
Pablo corrió a nuestro encuentro y me abracé a él, agotada.


4 comentarios:

  1. Jajajaja ya me imagino a todo el mundo pensando en lo que serán las bombas... la verdad es que si entrara Noah montando ese numerito en un bar donde yo estuviera también pensaría que no es más que una loca...PERO AHORA QUIERO A ESA LOCA, PORQUE HA SALVADO A ARTURO :)))
    Pobrecito...seguro que le han maltratado...¡Si ni podía andar bien! Ya veras...Pronto entrará la joven enfermera Lorena en acción...Con mi gran "sana sana culito de rana" seguro que se le pasa todo xD
    Y si le pasa algo...siempre tendré a Aklenk para que me consuele e.e (Dios, como cuesta escribir el nombre...creo que solo lo llamaré Aky...queda cuco xD)
    Espero el siguiente pronto ^^
    Besos :)

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  2. Aklenk no esa mono, es lo siguiente *.* Menos mal que Arturo está bien aunque sigo siendo Pablista, eso no se cambia, se siente xDDD
    ¡El 44 ya!
    Un beso

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  3. TERMINÉ :D EN UN SOLO DÍA ^^
    Joder, me encanta, te lo juro :D Por favor, sube pronto otro capítulo, ¿sí?
    Me alegra muchísimo que hayan salido bien las cosas y hayan regresado sanos y salvos. Aunque me da mala espina que Arturo se marchara tan repentinamente... a saber qué le harían esos salvajes. ¡Con lo que le quiero yo! :D
    Bueno, creo que ya son horas de que me vaya a la cama jaja
    Besos y sube pronto ^^

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  4. Q tension tuve con Noah, pense que le pasaba algo malo a ella. Pero al final rescataron a Arturo, que guay. Me da pena queahora pueden encontrarla facilmemte ya que su rostro ha sido descubierto. Quiero mas, pero hasta el viernes si es q subes no los podre leer. Porque me voy a Portugal unos dias ;)

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