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lunes, 2 de julio de 2012

Capítulo 45



Dudé entre seguirlo o quedarme parada donde estaba. Opté por la segunda opción.
-¿Qué se supone qué ha pasado?-preguntó con extrañeza.
Me encogí de hombros.
-Supongo que nos enteraremos ahora.
Asintió lentamente. Al cabo de unos minutos, Pablo apareció, corriendo, muy excitado.
-¡Tenéis que saber esto! Lysia ha confirmado mis sospechas-gritó.
-¡Ey!-lo detuve-Tranquilízate, habla despacio y empieza por explicarnos tus sospechas.
Me fulminó con la mirada pero pareció relajarse.
-¿Recuerdas el libro…?-asentí antes de que finalizara la frase.
-Yo no-se quejó Arturo.
-No hace falta que sepas lo que es-comencé a impacientarme.
-¿Acaso no estoy con vosotros en esto?-gritó.
-No haberte dejado secuestrar-dije con ironía.
Me miró y sacudió la cabeza. Pablo nos miraba, sin decidirse a continuar.
-Sigue, ya me lo explicarás en otro momento-aceptó Arturo.
-Ahí ponía algo de un ritual que debía pasar el elegido, como una prueba. Lo descarté, pensé que sería una tontería. Pero, por lo visto, es algo importante. Y Lysia está preocupada desde que se lo conté.
Suspiré.
-Esto es un lío… ¿Tienes que hacer ese supuesto ritual?
-Creo que sí.
-¿En qué consiste?
-No lo entendí muy bien…-musitó.
-Busquemos a alguien que nos lo explique-resolví.
-¡No! Luego.
Comprendí que lo sabía pero que por algún motivo no quería que yo conociera la respuesta. Supuse que el ritual no me gustaría.
-Por la noche lo preguntaremos-me acarició el pelo pero me alejé, esquiva.
-Si sabes que es algo malo, puedes decirlo. Peor de lo que ya tenemos encima…-refunfuñé.
Permaneció en silencio. Supe que había dado en el clavo.
-Lo pregunto yo-se encogió de hombros Arturo.
Le sonreí, agradecida.
-¡No puedes…!-murmuró Pablo-¡No puedes hacer eso!-alzó la voz, hasta casi gritar.
-¿Qué no puedo? Mira para aquí-se burló Arturo, disponiéndose a bajar.
-Es mi problema. Métete en tus asuntos-espetó con fuerza Pablo.
-Haré lo que me dé la gana-apartó de un empujón a Pablo que se sorprendió.
-No juegues con fuego-advirtió.
-¿Qué? ¿Me acabaré quemando?
-¡Parad!-exclamé-Así no llegamos a ningún lado-recordé-Lo pregunto yo porque sí que voy a hacer lo que me dé la gana.
-Noah…-Pablo había suavizado considerablemente su tono de voz.
-Ni Noah ni nada. A mí me dejas en paz.
Arturo se rió. Pablo me miró, consternado. Me limité a pasar a su lado y buscar a Lysia. Me seguían pero no me detuvieron. Cuando la encontré, saludé escuetamente y comencé a contarle lo que sabía y lo que necesitaba averiguar.
-Sí, conozco el ritual…-esperé, impaciente-El elegido, debe hacerlo antes de (lo que piensan Enlorth y los demás) ``ser poseído´´ por Akyan.
-¿Poseído?-pregunté-¿En plan fantasma o poltergeist?
-No sé a que te refieres-dijo con turbación-El elegido debe beber sangre de una víctima asesinada esa misma noche.
-¿Beber sangre? ¿Es una broma, verdad?-noté que la sangre abandonaba mi rostro, dejándome pálida.
-No, es exactamente lo que dice.
-¿Y si no se hace eso, qué pasaría?
-No lo sé con exactitud. La profecía puede cumplirse o puede que no.
-Joder…-murmuré, asqueada.
-Este sitio es una mierda-me ayudó Arturo a finalizar mi oración anterior.
Pablo nos miraba alternativamente. Sabía que no tenía opción.
-Yo no quiero saber nada de lo que decidas.
Me marché corriendo a mi habitación. Cerré la puerta y me senté en la cama. Respiraba con dificultad. Suponía que era el asma. Apoyé la cabeza contra la pared y traté de serenarme. Sentía una opresión en el pecho y unas tremendas ganas de llorar. Los minutos pasaron y yo continué en aquella posición, incapaz de pensar con claridad. Cuando al fin lo conseguí, todavía estaba terriblemente alterada.
La decisión era de Pablo, yo no quería interponerme. Sabía que su decisión iba a modificar las cosas. Una víctima… ¡Qué locura! Y beber sangre… Sólo de imaginarlo tenía ganas de vomitar. Si Pablo decidía no hacerlo, me sentiría orgullosa pero su misión podía fracasar. Si lo hacía, aunque podía fracasar igualmente, no sería capaz de mirarlo sin recordar esa atrocidad.
Alguien llamó a la puerta. Era Pablo.
-¿Puedo pasar?-preguntó en voz baja.
-¡No! Márchate.
-Noah, déjame hablar contigo…-empezó.
-¡Qué te marches!-me hice oír.
Escuché sus pasos, alejándose y rompí a llorar. El tiempo pasó lento hasta que paré. Tenía los ojos enrojecidos y el pelo mojado por consecuencia de las lágrimas derramadas. Al instante, sentí ganas de volver a llorar pero me contuve e intenté seguir razonando.
Yo no quería que a Pablo le pasase nada malo y haría lo que fuera por ayudarlo pero… ¿dañar a otras personas? ¿Inocentes, para más INRI? Yo no lo creía capaz de hacer nada así… Pero ¿quién sabe? La gente cambia. Si había cambiado tanto, yo no me había enterado.
Me mordí el labio, con impaciencia. Quería recuperar mi vida. Mi aburrida y monótona vida. Clases durante primavera, otoño e invierno y vacaciones durante el verano. Nunca se me habría ocurrido pensar tales barbaridades. Deseaba despertarme en el coche, de camino a mi pueblo y ver que todo había sido un sueño muy extraño. Pero en un sueño no se siente tanto dolor.
          Estuve largas horas en silencio, con la puerta cerrada, sin salir y sin permitir la entrada de nadie, solamente pensando. Cuando comenzaba a oscurecer, alguien llamó a mi puerta con delicadeza.
-¡Si eres Pablo o cualquier otra persona, por favor vete!-grité.
La puerta se abrió y Arturo entró.
-¿Qué entiendes tú por vete?-le gruñí, poniéndome en pie.
-Que me quede-me sacó de dudas.
-¿Cómo tengo que decirte qué me dejes en paz?
-En chino estaría bien pero no te molestes-sonrió-Vamos a hablar.
-Yo no tengo nada que hablar, ni contigo ni con nadie-me defendí.
-Pues entonces, escúchame.
-No. Lárgate de aquí ahora mismo-amenacé, acercándome a él.
-No intentes asustarme, no lo conseguirás. Y me vas a escuchar, quieras o no. Pablo se marchará al primer grito que des pero yo no soy de esos que cumplen las órdenes o peticiones de los demás.
-Tú lo que eres es un gilipollas-murmuré, desalentada, comprendiendo que pensaba hacerse oír.
-No entiendo muy bien tu reacción-empezó-Pablo tiene tanta culpa de lo que dice el ritual ese como tú o como yo. Y él no dijo en ningún momento que pensara hacerlo. Entonces ¿quieres explicarme porqué te has encerrado en esta habitación y no has salido en ningún momento y lo has tratado tan mal cuándo ha venido? La que ha demostrado ser gilipollas, has sido tú.
Me quedé sin palabras, avergonzada y aturdida, ante el corto pero impactante discurso de Arturo. Tenía razón. Y yo no quería admitirlo.
-¿Qué? ¿Ahora no hablas?-espetó.
Permanecí en silencio.
-¿No tienes nada que decir?-se enfadó-Joder, eres tonta. Si supieras como está Pablo por tu culpa…-sacudió la cabeza-Piensa antes de hablar-sus palabras me dolieron.
Salió y cerró la puerta de un portazo. Enterré la cabeza en la almohada y comencé a llorar de nuevo, más desconsolada que antes, si eso era posible. Todo iba mal. A los pocos minutos, alguien volvió a llamar con suavidad. No respondí ni me moví.
-¿Puedo pasar?-murmuró Pablo-He visto que Arturo vino y ya me parecía que no te había alegrado.
No respondí y enterré más la cabeza, no me sentía con fuerzas para hablar de esos temas.
-¡Ey! No estés así-exclamó-¡Qué no ha muerto nadie!
-Todavía no-respondí con debilidad-Pero pasará-aseguré.
Noté que el colchón cedía bajo su peso cuando se sentó a mi lado.
-No permitiré que pase nada malo. Y no sé que te habrá dicho el bruto ese pero, tú ni caso. Aunque no se lo digas-rió-Se sentiría ofendido.
Levanté la cabeza y me froté los ojos.
-¡Pero tiene razón!-afirmé.
-¿Puedo saber qué ha dicho?
-Que soy tonta.
-Un poco…-bromeó.
Me pasó un brazo por los hombros y me abrazó.
-¿Qué…has decidido?-murmuré, muy bajo pero lo suficiente para que Pablo lo escuchara y un escalofrío recorriera su cuerpo.
-Todavía no he decidido.
-Creo que…-comencé pero me detuve.
-¿Qué ibas a decir?-preguntó al cabo de unos instantes de silencio.
-Nada, no lo sé ni yo misma.
Me besó el pelo con ternura y me abrazó con más fuerza aún. Enterré la cara en el hueco de su hombro.
-Lo siento mucho. Todo.
-No te preocupes-me tranquilizó-Todos cometemos errores.
-Sí, pero yo soy una experta-me quejé.
Rió.
-Me parece que aquí todos lo somos.
-Arturo no. Debe de pensar que es perfecto. Al menos, yo no me entregué a nuestros enemigos.
-No le hagas mucho caso, ya sabes como es.
-Sí, un poco gilipollas.
Volvió a reír y se separó de mí.
-¿Tienes hambre?
Asentí, percatándome de que estaba hambrienta.
-Bajemos a cenar.
Me coloqué un poco el pelo y me sequé las lágrimas que todavía plagaban mi rostro.
Me besó en los labios antes de salir de la habitación y murmuró, muy cerca de mi oído:
-Te quiero y estaré siempre a tu lado, no lo olvides nunca.
Sonreí vagamente y lo seguí hasta la cocina, donde nos sirvieron un ya frío guiso. Tuve la buena suerte de que no nos encontramos con Arturo. Nada más terminar, subimos a nuestra habitación. Tardé un rato en dormirme, nerviosa como me encontraba.
 Los días siguientes se sucedieron rápidos, en una tediosa rutina después de todos los acontecimientos que habían sucedido. Hasta que, una tarde soleada y calurosa como otra cualquiera, tras volver de uno de mis solitarios y habituales paseos, observé mucho alboroto en la casa. Con curiosidad, atendí a las conversaciones mientras merodeaba con lentitud por los pasillos, demasiado estrechos para la marabunta de gente que los llenaba. Todos parecían muy alterados. No conseguí sacar nada en claro de los fragmentos de conversaciones que capté, de modo que decidí retirarme a mi habitación a esperar a Pablo, que pasaba muchas tardes conversando con Lysia sobre la profecía y demás temas, tratando de desentrañar sus misterios como quien intenta desenredar una madeja de lana.
La hora en la que Pablo solía estar de nuevo sin nada que hacer pasó sin que él se presentara. Y así transcurrieron las horas siguientes. Comencé a aburrirme y busqué a Arturo por la casa pero no lo encontré. Tanta gente me agobiaba por lo que decidí volver a mi habitación a descansar tranquila y esperar a que alguien se dignara a acercarse a mi habitación para explicarme a que se debía ese jaleo.
No ocurrió hasta pasada la hora de la cena, cuando la gente empezó a volver lentamente a sus casas, el momento en el que Pablo entró en la habitación.
-Hombre, al fin, pensé que te olvidarás de mí-hablé con sarcasmo.
Me miró fijamente pero ignoró mi comentario.
-Nos vamos de aquí-dijo con decisión.
-¿Qué? ¿Por qué?-pregunté, sorprendida.
-Hemos perdido demasiado tiempo aquí. Ha llegado la hora de que todo termine.
Miré por la ventana, confusa. Había llegado la hora. Era demasiado pronto. Él estaba decidido pero yo no. Suspiré.
-¿Estás seguro?-titubeé.
Él asintió.
-O ahora o nunca. Y lo sabes.
-¿Pasará algo muy malo si elegimos el nunca?-murmuré. No respondió-¿Cuándo nos vamos?
-Si todo sale bien, mañana a primera hora estaré en camino.
-¿Estaré? Estaremos-corregí.
-No, estaré-insistió-Voy yo solo.
Me enfadé.
-¿Cómo que solo? Por mucho que pretendas que me quede aquí, el mal ya está hecho. Yo voy quieras o no quieras.
-Te repito que he dicho que no-siguió sin perder la calma.
-¿Qué vas a atarme? Porque si no veo difícil que…
Vi que asistía a mi enfado muy serio, sin casi hablar.
-¡Mira, me da igual lo que hagas porque pienso ir!-le grité.
Se encogió de hombros.
-Hay que ir a cenar-su voz sonó decidida y segura cuando habló.
Lo seguí. Cenamos en silencio. Aunque él se retiró a conversar con los habitantes de la casa (los cuáles yo todavía no sabía los nombres), yo me marché a la habitación. No se oía un ruido. Tragué saliva, tratando de deshacer el nudo que se formara en mi garganta desde que Pablo me comunicara su decisión. La puerta crujió suavemente al abrirse. Me puse de cara a la pared, para que Pablo no pudiera observar mi rostro. Pero no era Pablo, si no Arturo.
-No te hagas la dormida, tenemos que hablar-explicó con su habitual brusquedad.
Lo miré.
-¿Qué piensas hacer?-le pregunté.
-No lo sé… Quedarme aquí solo es una estupidez, si tú te vas con él y yo quedo sólo… Ya sabes que aquí no hago nada-continuó-Pero como Pablo no quiere que vayas…
-No le pienso hacer caso-musité, con furia.
-Y como me imaginaba que harías eso, se me ha ocurrido un plan.
Esperé pacientemente a que hablara.
-No se lo digas, pero me ha encargado que cuide de ti mientras él no esté o si él no… ya sabes-se mostró reticente a hablar sobre ese tema-He pensado dejarle marchar y luego, seguirle. No creo que sea capaz de dar la vuelta para dejarnos otra vez aquí.
Sonreí. Me parecía una buena idea.
-Eres un genio. Pero tengo que preguntarte algo… ¿de verdad estás dispuesto a ir?
-Sí-aseguró.
-Pero es peligroso-protesté.
-No me vas a hacer cambiar de idea, así que, es mejor que descanses. Me voy ya-comenzó a abrir la puerta pero lo detuvo.
-¡Espera! ¿Cómo lo seguiremos? Él irá a caballo, será  más rápido.
-Ya había pensado en eso. Tenemos a Bucéfalo. Y además, en las cuadras hay una yegua de color marrón chocolate que parece rápida y fuerte-me guiñó un ojo.
-¿Estás insinuando que la cogeremos? ¡Eso es robar!-exclamé.
-No lo estoy insinuando, lo estoy diciendo. Y, además, eso es un préstamo-rió.
Sacudí la cabeza, incrédula ante nuestro alocado plan. Pero podía funcionar. A los pocos minutos, me quedé completamente sola, nerviosa, esperando la llegada del amanecer.

4 comentarios:

  1. Arturo y Noah tienen que acabar juntos, leñe :33 ¡QUE HACEN MUY BUENA PAREJA Y SON MUY CUCOOOOOS!
    Bueno, a parte de eso, qué asco lo de la sangre :S Yo no sería capaz de hacerlo, me da repelús. Una vez me sacaron sangre, me quité el algodón antes de tiempo, y salió un chorro de sangre. Dios, casi vomito -.-
    ¿Y por qué he contado ahora todo esto? Puech no lo sé. Creo que es el calor, me afecta y me provoca dislexia mental y escrita. Jep.
    Y... bueno, no sé qué más contarte. Achi que me voy haciendo el croqueto (como hacer la croqueta pero al estilo de Max Powers :DD).
    SUBE EL SIGUIENTE YAAAAA :D

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  2. Primero me da pena q esto termine y Artuto y Noah son tal para cual. Me ha gusto. Que malo esPablo no dejando que ella le acompañara, yo le mataba aqui mismo si hacia falta. Si no me deja acompañarlo es para matarlo y que le den a la profecia esa. Jejejeje, es coña. Espero el siguiente ya

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  3. Arturito y Noah no se llevan ya tan mal e.e a mi me da que a Noah le está empezando a gustar...pero que quede claro, ARTURO ES MÍO! y yo no comparto ¬¬
    Si, si, ya sé que al final si acaban juntos será porque Arturo también la quiere...pero es que el y yo estamos hechos tal para cual :(
    Bueno, olvida eso... vamos a ponernos serios. Vale, Noah, te dejo a Arturo (si ya sabía yo que eso de tener un novio sin que él lo sepa iba a salir mal -.-") Bueno sí, lo acepto, NO PUEDO PONERME SERIA! :O Creo que es por culpa de una lampara que se me ha caído en la cabeza esta mañana (?) seguramente el golpe también me está haciendo que me enrolle y que te lo cuente -.-"
    LA MADRE QUE PARIÓ A EHIA! <--- eso es exactamente lo que he dicho cuando he leído lo de la sangre...y encima de una persona asesinada esa misma noche :O Dios, que bestias son en ese sitio -.-" (sí, me gusta mucho esta carita -.-")
    SIGUENTE YA, YA Y YA! Así que ya sabes...si no lo haces...(mier**, creo que he gastado todas las amenazas que tenía en los otros comentarios :S tendré que hacer nuevas xDD) Bueno, que subas pronto eh! y tranquila, pronto se me ocurrirán más amenazas ;D xDDDD
    Un beeesito <3

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  4. a ver a ver aver... Arturo y Noah se matan pero es obvio que tarde o temprano se daran cuenta de que se adoran y acabaran juntos OBVIO *-* pero yo me decant epor pablo desde el principio y por muy capullo que sea yoqse loadoroyoviolaria (?) mmmmm ._.
    Bueno esto sera que me acabo de levantar e.e
    Un beso cielo me gustaria saber que demonios pasa yaaaaaaaaaaaaaaaa!

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