Seguidores

viernes, 7 de septiembre de 2012

Capítulo 4


Nos acercamos a la casa y entramos. Pablo se acercó con resolución a la cocina, donde estaba Lysia.
-Queremos saber qué hacemos aquí-exigió Pablo.
-Os lo explicaré. Pero ¿no preferís esperar a…?
-¡No!-interrumpimos bruscamente Pablo y yo a la vez.
-Está bien. Hemos recibido noticias de que nos invaden.
-¿Invadir?-pregunté.
-Sí, nos intentan conquistar, habrá una guerra.
-¿Y nosotros que pintamos en esto?-volví a preguntar.
-Aquí estaba Arturo, teníais que volver de todas formas. Además de que sólo el elegido-miró a Pablo mientras lo decía, esperando su reacción-y tú, podréis ayudarnos.
-¡Espera, espera!-levanté mi mano derecha, pidiéndole que parara-¿Él sigue siendo elegido?
-¡Por supuesto que sí! ¿Qué pensabas?
-Como ya cumplió su misión y todo eso…
-Siempre puede haber más misiones-replicó.
-Claro, no, si por poder…-me enfadé.
No, seguían sin poder solucionar ellos solitos sus problemas.
-¿Y yo que hago aquí? Si él es el elegido, yo soy…
-Debes estar aquí, porque, además de que lo han dicho los oráculos, tú ayudaste mucho al elegido moralmente en su anterior misión.
-Ah, que vengo a dar fiesta. Espera, voy a por unos pompones y lo animo. ¡Dame una P, dame una A, dame una B, dame una L, dame O: Pablo!-canturreé.
Vi que él contenía una risita.
-Esto es patético.
-¿Cómo se supone que tendremos que luchar?-habló por fin Pablo.
Al parecer, ya había cedido a ayudarlos.
-A pie. Contra ellos.
-¿Cómo son?
-Extranjeros. Vienen del Norte, no sabemos exactamente de que lugar. Los llaman cuilpands, son más grandes y fuertes que el más entrenado guerrero, inteligentes y sagaces, tienen armas extrañas… Son un hueso duro de roer.
-Bueno, ¿y con qué contamos?
-Todos los soldados de Layndeian serán enviados a la guerra.
-Dame una cifra-pidió Pablo, hablaba como si fuera un comandante preparando su estrategia.
-La población son setenta y cinco millones, más o menos. La mayoría trabajan de artesanos, comerciantes…¿Un cuarto de la población?-aventuró.
-¿Y ellos?
-Bastantes más.
-¿Cuánto queda para ese momento, cuando lleguen?
-Hemos calculado que no más de dos meses y medio. Sin vuestra ayuda, esto será una masacre. Morirán inocentes: mujeres, niños.
Recordé a la pequeña Lésira, que me había ayudado a encontrar a Pablo. Sus grandes ojos que me miraban rebosantes de confianza y felicidad. Tragué saliva.
-Por favor, os necesitamos.
Pablo asintió, ya había aceptado hacía mucho.
-¿Tendré que matar gente?
-¿Cómo?-se sorprendió Lysia.
Repetí la pregunta.
-Si luchas en filas, sí.
-Entonces no. Lo tengo muy claro.
Pablo me miró.
-¿Qué?-le espeté-Me niego a ir por ahí, matando gente. Me da exactamente igual que nos vayan a invadir, este no es mi sitio. Ayudaré en lo posible a heridos, desamparados… pero no asesinaré. Eso sería rebajarme a su nivel. Y no pienso hacerlo.
-Noah-murmuró.
-No vas a hacerme cambiar de opinión, déjalo.
Me alejé hacia mi habitación.
Se quedaron planeando la guerra. No era capaz de entender su punto de vista. Estaban hablando de muchas muertes, seguramente. Podía ser el fin de Layndeian. Lo arruinarían todo en un par de semanas, meses como mucho. Estaban tirando por la borda años de civilización, de construcción, vidas enteras de trabajo por una estúpida invasión. Sí, los cuilpands querían matarlos pero habría otra solución, estaba segura. Otra vez volvía a estar atrapada entre la espada y la pared, no tenía escapatoria. Los seres queridos de muchos se verían implicados en esa guerra que ellos no habían buscado, perderían sus vidas injustamente. Cada uno debe elegir su camino, y no puede perderlo por culpa de otros.
No cesaba de repetirme que cada uno de esos ``setenta y cinco millones´´ como tan vulgarmente los había llamado Lysia, tenían sus vidas, más grandes o pequeñas, sus familias…
Era una completa locura.
Me imaginé siendo arrastrada a una guerra, perdiendo a toda mi familia. Perdiendo mi hogar, mis recuerdos. Eso me provocó un dolor incontrolable en el pecho, impidiéndome respirar con normalidad.
¿No habría una solución mediante un diálogo? En muchos casos, era imposible pero tal vez, tal vez…
No sabía que hacer. No quería tampoco que Pablo luchara. Podía resultar herido o algo mucho peor, perder lo más importante que tenía: la vida.
¿Podía prohibírselo? No, y sabía que él tampoco razonaría. Solo podía elegir lo que yo iba a hacer. Pero, sabía que no sería capaz de dejarlo marchar, conociendo su destino. Me hallaba de nuevo en una encrucijada. Volvía a sentirme tremendamente impotente. Odiaba esa sensación, la detestaba… La última vez que la había sentido, esperaba no volver a experimentarla y menos, en Layndeian.
Bufé. La paz se había acabado (no había durado demasiado, un año escaso). Arturo, muy sonriente, entró en mi habitación.
-¡Hola! Venía a darte las gracias por todo lo que has hecho y a decirte que…-se detuvo-¿Pasa algo?
-Pasan muchas cosas-afirmé.
Su semblante se tornó serio. Vi en sus ojos que estaba esperando a que empezara.
-Va a haber una guerra-resumí.
-¿Qué?-arrugó el ceño.
Le expliqué nuestra situación.
-Apuesto a que te unirás a Pablo-suspiré con resignación.
-No-negó, tras apenas unos segundos-Antes, habría ido sin dudar. Ahora no, he cambiado, he aprendido.
-Eso es lo que debería haber hecho Pablo: madurar. ¿Después de todo lo que pasamos, todavía quiere volver a pasar por algo similar?
-Noah, cada uno es como es. No le pidas peras al olmo.
Me di cuenta de que me encantaba mantener una conversación con Arturo. Había crecido muchísimo (psicológicamente) y no estabas cada tres segundos insultándonos. Era increíble.
-Es que me resulta imposible entender como…-me detuve a respirar-¿Qué vas a hacer tú? Lo mejor es que te vayas cuanto antes porque…
-No me voy a ir-me interrumpió-Me quedo con vosotros, para ayudaros.
-¿No estás deseando volver a casa?-me extrañé.
-Por supuesto que sí pero, vosotros me necesitáis ahora mismo. Estoy seguro de que ellos estarán bien.
-No te entiendo, ¡por nuestra culpa estás aquí!
-No, te equivocas. Vosotros me ayudasteis e hicisteis todo lo posible, nadie tuvo la culpa. Yo también recuerdo lo que pasó.
-Eres una gran persona-le sonreí, agradecida.
-Sólo hago lo que creo correcto.
-¿Qué debemos hacer? ¿Qué harías tú?-interrogué.
-No sé, son cosas muy serias…¿Tengo que contestar justo ahora?
-No, tómate tu tiempo. Pero no demasiado-bromeé.
-Tranquila, por la noche te daré mi respuesta.
-Entonces, solo me queda esperar.
Asintió.
-Gracias, de verdad-le sonreí.
Sacudió la cabeza.
-No hay que darlas.
Se marchó.
Me quedé sola, pensativa. Era una especia de lucha interna. Una parte de mí, me decía que no debía ir, que me opusiera. La otra seguía recomendándome ir con Pablo, ayudarlo hasta el final.
Alguien llamó suavemente a mi puerta. La puerta se entreabrió.
-¿Noah? ¡Me alegro muchísimo de verte!
Era Valeria. Mi rostro se congeló en una mueca.
Se abrazó a mí, como si se alegrara de verdad. En cambio, para mí, sólo me traía malos recuerdos.
-¡Cuánto tiempo! ¡Qué guapa estás! ¿Y cómo está Pablo? ¿Qué tal os va?
-Esto…bien todo.
No la soportaba. ¡Había intentado matarme! ¿Y ahora se comportaba como si fuera mi amiga? Y yo muy bien no le podía caer si había tratado de matarme hacía un año. La gente no cambia, y menos en tan poco tiempo. Bueno, la gente sí cambia. Pero no suele ser para bien. Recordé a Arturo y dejé en paz mis teorías.
-¿Qué os parece todo lo que está pasando?-me interrogó, con falsa preocupación.
-¡Terrible!-afirmé-No entiendo qué pinto yo aquí-confesé.
-Bueno, supongo que Lysia ya te habrá explicado que…-parecía azorada.
-Sí,sí.
Vamos, que ella tampoco lo sabía. Genial.
-Si necesitas hablar o cualquier otra cosa, no dudes en decírmelo-dijo, a modo de despedida.
Bufé en cuanto la puerta se cerró a sus espaldas.
Era una cotilla, una falsa… Nunca se me olvidarían las amenazas del año pasado. La puerta se abrió de nuevo.
-¿QUIÉN ES AHORA?-grité.
Pablo me miró.
-Si molesto, me voy-se disculpó.
Tras un par de instantes, bajé la vista para decir:
-Pasa.
Me preparé para la discusión que se avecinaba.
-¿No crees que estás siendo muy inflexible?-me preguntó, sentándose en la cama con delicadeza.
-¿Yo? ¿Inflexible? Estás de broma, ¿no?
Me apaciguó con un gesto.
-Entiéndelos.
-No tengo nada que entender. No me gusta resolver las cosas por la violencia. Parece que has jugado a demasiados videojuegos.
-Vamos, Noah…-me pareció que trataba de no impacientarse.
-No, te digo que no. No cuentes conmigo-sentencié.
-¿Es tu última decisión?-sus ojos mostraron tal tristeza que estuve a punto de decir que sí solo por alegrarlo.
-Sí, lo es.
-Entonces, sólo me queda decir que lo siento.
Se levantó y se marchó.
¿Estaba siendo poco razonable? Yo lo encontraba bastante lógico. Sí, no todos éramos iguales pero discernir entre el bien y el mal podíamos todos. Y estaba claro que una guerra era algo terriblemente malo. Por mucho que intentara buscar puntos de vista distintos, seguía sin comprenderlo. Tal vez Arturo pudiera hacerlo razonar. Él entendía perfectamente la magnitud de todo lo que hablábamos.
Yo estaba asustada. Tal vez era eso lo que me mantenía inflexible y segura. Tenía miedo de lo que pudiera suceder, de las pérdidas que sufriría. Perder a Pablo. Sólo de pensarlo, me dolía. Acudí en ayuda de Arturo, que estaba en su habitación, tranquilo.
-Siento molestarte tan pronto, pero necesito pedirte un favor.
-Lo que quieras.
-Tienes que hacer razonar a Pablo por mí. No logra entender que esto no son tonterías. Tengo miedo de que cometa una estupidez. Sé que no puedo detenerlo e impedir que vaya, pero me parece que no sabe con certeza todo lo que se juega.
Asintió.
-Hablaré con él.
-Gracias-sonreí.
-Creo que ya tengo la respuesta-contuve el aliento-Las dos opciones son buenas, pero prefiero la tuya, quedarse, evitar la guerra. Si realmente no se puede evitar, habrá que defenderse.
Me parecía lógico. Pero Pablo proponía una cosa completamente diferente. Luchar por luchar. Y nosotros no teníamos motivos para pelear.
-¿Qué te parece?-preguntó al ver que yo me había quedado muy pensativa.
-Está…bien. Tienes razón. ¿Te quedas, no?-me seguía preocupando que quisiera marcharse, sabía que perdería un gran apoyo si se fuera.
-Claro-me miró fijamente a los ojos durante unos instantes.
Aparté la mirada enseguida, sonrojada. Notaba que las mejillas me ardían.
-He discutido con Pablo-solté, de sopetón.
Elevó las cejas.
-¿No dices nada?-pregunté tras un incómodo silencio.
-No sé que decir-reconoció-Os he visto muchas veces discutiendo, lo arreglaréis en seguida.
-Creo que esta vez es diferente.
No sé porque le estaba confesando todo eso, que ni sabía que sentía.
-¿Diferente? ¿Por qué?
-Por mí, por él, por los dos.
-Creo que necesitas hablar.
Suspiré.
-No sé que está pasando. Creo que…creo que…-no fui capaz de decirlo.
Pronunciarlo en voz alta lo convertiría en un hecho. Un hecho horrible. Después de tres años.
Me animó con una sonrisa. Sentí que me hundía.
-No puedo decirlo.
-No puede ser tan malo-me animó de nuevo.
-Sí lo es-susurré.
¿De verdad estaba sintiendo todo eso? ¿Después de todo lo que había pasado, yo me sentía confusa? Estar confusos es algo innato en el ser humano. Pero había temas en los que no se debía dudar. Y menos yo.
Si se lo contara a Pablo… No podía decírselo. Pero tampoco ocultárselo, él siempre fuera sincero conmigo. Para una relación, la confianza es una base fundamental.
-Noah, lo que pasa es que estás nerviosa por todo lo que está pasando y…-empezó Arturo, antes de que yo lo interrumpiera.
-¡No, no son nervios! Esto no son nervios, nunca he dudado así. No debería hacerlo ahora. No debería hacerlo nunca. Él no se merece que yo…-estaba al borde de las lágrimas, por lo que me detuve.
-Cálmate. Tan nerviosa no arreglarás nada-me pasó un brazo por los hombros.
-Lo siento mucho, pero no me encuentro bien-susurré.
-Te acompaño a tu habitación, necesitas descansar.
De repente, me había quedado sin fuerzas. Lo dejé que me guiara hasta mi cuarto y me tumbé en la cama.
-¿Quieres que me quede un rato?-se ofreció.
Me encogí de hombros.
-Me gustaría saber qué es exactamente lo que te preocupa.
Respiré hondo un par de veces antes de atreverme a hablar.
-Me preocupa dejar de… quererlo-musité.
Creo que tardó unos segundos en comprender lo que decía. Arrugó el ceño y entrecerró los ojos.
-¿A Pablo?-parecía sorprendido.
Meneé la cabeza de arriba abajo, sin fuerzas para hablar.
-¿Por qué ibas a dejar de quererlo?
-No lo sé. Creo que ya no lo siento como antes. No confío… No, no es que no confíe. Lo sigo queriendo, o eso quiero seguir haciendo. Pero siento como si ya no me importase como antes. Siento que lo estoy traicionando ahora mismo, diciendo esto. Me siento muy mal conmigo misma.
-Todos tenemos derecho a elegir con quien estar. Si ya no lo quieres ¿por qué seguir con él?-se limitó a preguntar.
Me aterraba la idea de dejarlo.
-No puedo dejarlo…
-Noah, no lo mires como una obligación-me cortó-Si estás con él sólo por eso, obligación, estás cometiendo un error. Te estás engañando a ti, y a tus sentimientos. Lo estás engañando a él. Creo, que él comprendería que lo dejaras si eso es lo que necesitas, lo que te haga más feliz.
Medité unos segundos sobre sus palabras. Tenía razón. ¿Qué era lo que realmente necesitaba? ¿Qué me haría feliz?
-Yo no quiero que él sufra, eso no.
-Si lo dejas, sufrirá, claro que sí. Pero si tú eres más feliz de esa forma, lo superará.
Me mordí el labio. Traté de esforzarme en saber que sentía. ¿Lo quería? Sí, lo quería. ¿Cómo que lo quería? ¿Cómo a un amigo, a un mejor amigo o como algo más? ¿Lo quería por ``obligación´´?
-Sigo sin saber lo que siento-suspiré.
-No te fuerces. Deja las cosas. Ya lo sabrás.
-Pero ¿cómo lo trato?
-Con normalidad.
-Eso será imposible-bufé.
Levantó las manos en un gesto de rendición.
-No sé en qué más puedo ayudarte.
Apoyé la cabeza en la pared, derrotada.
Me abrazó.
-No te preocupes, todo saldrá bien, hagas lo que hagas.
Su abrazo me reconfortó.
-¿Quieres que hable con Pablo?
Negué con la cabeza.
-Debo resolverlo yo. Pero gracias.
-¿Quieres que me vaya?-notó que quería quedarme sola.
Asentí.
Se marchó tras lanzarme una última mirada de preocupación y cerró la puerta, dejándome completamente sola.

6 comentarios:

  1. TIENEN QUE SALIR JUNTOS, TIENEN QUE SALIR JUUUUUNTOOOOOS.
    Desde ahora me declaro integrante de la plataforma A.E.N.Y.A= Amor Entre Noah Y Arturo.
    ES QUE ES TAAAAAAAAAAAAAAAAN RIIIICO :333333
    Y Pablo es tonto. Pablo caca.

    ResponderEliminar
  2. Me traumatizas la existencia si haces eso ._. Si lo dejan iré en busca del palo. Y te zurraré. Pero con amor. PERO QUE NO LO DEJEN. Leñe.

    ResponderEliminar
  3. Que Pablo y Noah lo dejen me choca. Pero como todas estoy en que ella y Arturo drben salir, son tal para cual. Noah ha sido sensata, no ha querido ir (como yo hubieea echo) y que Pablo vaya a esa guerra, de la cual lo mas probable es que no sobreviva es que no piensa en el daño que le puede hacer su perdida a su familia y a Noah.

    ResponderEliminar
  4. ¡ME HA ENCANTADO! Eso sí, que lo dejen me parece la cosa más vil que has escrito nunca :((
    Espero, por tu bien, que vuelvan, porque, sino... no, mejor me callo

    Besitos <33

    ResponderEliminar
  5. Oh, Pablo y Noah lo dejan? LOL
    En fin *Snif *snif
    Se me ha hecho super corto e.e
    Espero el prox!!
    Un besazo, ya volvi^^

    ResponderEliminar

¡Hola! Alguien que se acuerda de comentar y hacerme feliz :) ¡¡Recuerda confirmar que no eres un robot!! xD
PD: Agradeceré tu comentario mientras no sea spam.