A la mañana siguiente, entrecerré los ojos ante la
molesta luz diurna. Me estiré y bostecé. ¡Qué bien se dormía en las camas,
ya casi lo había olvidado! Me quité las mantas de encima y me levanté, repleta
de energía. Por una vez parecía que todo marchaba por el buen camino. Y
esperaba que así continuaran siendo las cosas. Miré a Arturo que estaba
sepultado bajo las mantas y hacía el
mismo sonido que un oso durante
su periodo de hibernación.
-¡Despierta!-exclamé.
Se removió pero no hizo gesto de levantarse.
-¡Vamos! Ya es
de día-le grité.
Se destapó y me miró, todavía medio dormido.
-¿Quieres dejarme dormir?
-No, hay muchas cosas por hacer.
-¿Puedes decirme una?-gruñó.
-Desayunar-contesté, tras pensarlo un instante.
Asintió y
se levantó.
-Yo necesito dormir. Si no, estaré de mal humor.
-No creo que nadie note la diferencia-comencé a hacer
la cama.
-Sí que la
notarás-afirmó.
Me encogí de hombros. Luego, salí apresuradamente de la
habitación y entré en la de Pablo, que estaba vacía y con la cama hecha. ¡Qué
madrugador! Desde que yo lo conocía, sólo madrugaba en época de clases, pero jamás en verano. Pero él había cambiado. Todos. Bueno, la
verdad, es que no sabía si Arturo había
cambiado o era ya así de borde. Seguramente era ya tan borde o, si no tanto,
casi. Bajé las escaleras y me acerqué a la
cocina, después de pasarme repetidamente
las manos por el pelo, en un intento de alisarlo. Entré en la cocina,
sonriendo.
-¡Buenos días!
La cocina rezumaba un aroma muy tentador y estaba
llena de gente. Muchos me miraron con sorpresa y recelo. Pablo estaba sentado
entre ellos, como uno más. La rara era yo. Me sonrojé un poco y dije, para
romper el silencio.
-Arturo bajará
en seguida-o eso suponía.
Ellos asintieron. Lysia puso una pota más en el fuego.
Permanecí unos segundos de pie en
el umbral sin saber que hacer. Pablo se
levantó y me indicó que me sentara en su sitio. Le sonreí como muestra de
agradecimiento.
-Cuando termines de desayunar, búscame. Estaré en el
salón de ayer-indicó.
Asentí. Él se sentía como en casa. Lysia me colocó una
taza humeante delante y un poco de pan.
-Gracias.
Todos me miraban muy fijamente. Estaban consiguiendo
ponerme nerviosa. Pero, alguien desvió la atención. Arturo entró en la cocina.
-Hola-gruñó en su tradicional modo de saludo.
Absolutamente, todas las personas de aquella
habitación (menos Arturo y yo) miraron a Lysia en gesto de interrogación. Ella
se encogió de hombros. Él miró en todas direcciones, buscando donde sentarse. No
parecía intimidado. Alguien que se sentaba a mi lado se levantó y se marchó.
Juraría que lo había hecho por dejarle el sitio. Se sentó. Se pasó las
manos por el rostro. Luego, Lysia le
sirvió un desayuno idéntico al mío.
Comió. Yo lo imité. Terminó antes que yo y se marchó.
-Adiós-explicó únicamente.
-¡Qué morro tiene el tío!-murmuré.
-¿Decías?-inquirió Lysia amablemente.
-Nada, nada.
Me apresuré a
desayunar y, dando las gracias,
salí de la habitación. Sabía que iban a llover las críticas nada más hubiera
puesto un pie fuera de la cocina. Me acerqué al salón.
-Hola.
Pablo no estaba solo, Valeria hablaba con él en voz
baja. Recordé no haberla visto en la cocina. Llevaba un vestido aún más bonito
que el del día anterior, de color rojo fuego.
-Yo me voy ya-se excusó.
Me senté al lado de Pablo, haciendo un gesto de
despedida hacia ella.
-¿Qué pasó anoche?
-Hablé con Lysia y al final, Buce se queda con nosotros.
Asentí, contenta.
-Me costó porque sabemos de quien es.
-¿Quién? ¡No me dejes con la intriga!-regañé al ver
que no contestaba.
-Shylia.
-¿Shylia? ¿La princesa aquella?
-La reina.
-¡Ay! En vaya lío que estamos.
-Han puesto partidas de busca y ofrecen recompensa por
Bucéfalo.
Normal que a mí me hubiera parecido digno de un rey la
primera vez que lo viera.
-¿Y ella no estará aquí
-No, estamos a
las afueras, por llamarlo de algún modo.
Suspiré, aliviada.
-Vamos a ver a Bucéfalo-dije.
Asintió.
-¿Dónde está Arturo?-se interesó.
-No tengo ni idea.
Me miró, extrañado.
-¿No bajó a desayunar?
-Sí, terminó y se fue sin decir a donde.
-Iré a buscarlo. Sal por aquí-señaló una puerta del pasillo- y llegarás hasta el
caballo.
Lo obedecí. Junto
al caballo estaba Valeria que me
dirigió una altiva mirada cuando me
acerqué.
El capítulo está genial, pero una frase de Noah se ha quedado en mi cabeza...¿¡COMO QUE ARTURO ES BORDE!?Y presisamente lo dice ella! ¬¬ *manía hacia Noah aumentando hasta el infinito*
ResponderEliminarPa mi que la Valeria esa quiere al Pablito pa ella...pero seguro que Noah le da una paliza y la deja tirada en el establo encima de todos los excrementos de caballos wajajaja (en mis ratos libres, me dedico a pensar venganzas crueles xDD)
Besos, espero el siguiente con la pelea sádica estercolera xDD