Capítulo 32

Pablo me sacudió con delicadeza. Estaba medio dormida.

-Ven, vamos a las habitaciones.

Asentí y me desperecé. Subí las escaleras medio dormida, Lysia me llevó a mi habitación.

-Dormirás aquí. Compartirás habitación con Arturo.

La miré,  repentinamente despierta y horrorizada.

-¿Y Pablo?

-Dormirá en otra habitación.

-¿No pueden dormir ellos dos en la misma?-inquirí.

-No, porque él  es el elegido.

-No se va a morir. Antes dormía en el suelo-gruñí-Buenas noches-dije con enfado, marchándome al cuarto.

Pero, pese a mis esfuerzos, no pude cambiar de habitación.

Había unas velas encendidas.

-Ambiente romántico-dijo Arturo con una turbadora sonrisa.

-Serás gilipollas…

Rió.

Había dos camas. Me fui directa a la de la derecha, la del ``cubrecama´´  azul cielo.

-¿No puedo elegir?-se quejó.

-¿Cuántos años tienes? ¿Tres?

Me levanté.

-Duerme en esa.

-No, quiero esta.

-¿Entonces para qué dices nada?-protesté con exasperación, volviendo a acercarme a la cama.

No respondió. Retiré las mantas y me metí en su interior, vestida. Me había acostumbrado a dormir vestida completamente. Las velas titilaban.

-Apaga la luz-mi voz sonó amortiguada ya que tenía la cabeza hundida en la almohada. ¡Qué comodidad!

-¿Por qué?

-No pienso dormir con la luz encendida y no pienso levantarme.

-¿Y por eso lo tengo que hacer yo?

-¡Sí! Hazlo y cállate.

Obedeció. Nada más desaparecer la luz, escuché un golpe y un gemido.

-¿Qué?

-Mi pie…-gruñó.

-Serás imbécil-reí.

No contestó y escuché con claridad como retiraba las mantas y como la cama se hundía bajo su peso.

Me parecía que se me olvidaba algo.

-Creo que olvido algo…-dije.

-¿Callarte?

-Ja, ja, ja, ja… ¡Tío, métete humorista!-repliqué con ironía.

Golpeé con la mano en la pared. Y lo recordé.

-¡Bucéfalo!-casi grité.

Me puse en pie.

-¿A dónde vas?

-A buscarlo.

-¿Ahora?

-Si, no, no sé… ¡A hablar con Pablo!

Abrí la puerta y entrecerré los ojos. Arturo no me siguió. ¡Sería insensible! Me apoyé en la pared y fue tanteando.

-La puerta está más a la derecha-susurró una voz casi en mi oído.

Me sobresalté y por poco grito.

-¿Cómo has hecho para salir de la habitación en silencio?

Se encogió de hombros. A lo mejor no era tan frío como yo pensaba. Abrí la puerta. Estaba todo a oscuras. Entré.

-Pablo…-murmuré.

Me acerqué a la cama, o, mejor dicho, lo que suponía que era la cama.

-Pablo, tengo que contarte una cosa.

Lo escuché removerse.

-Entra y cierra la puerta-ordené a Arturo.

Obedeció.

-Lo digo porque creo que aquí son un poco cotillas y no vaya a ser que perturbemos el sueño del elegido-dije, de una sola vez, sin tan siquiera respirar.

-¿Qué ha pasado?-musitó, somnoliento.

-Tengo una mala noticia. He perdido a Bucéfalo. No hables, te lo explicaré. Cuando llegamos, lo atamos a un árbol. Luego nos colamos en una casa, nos encontramos con Lésira, una niña que nos trajo hasta aquí y nos hemos olvidado de él.

-Vale-suspiró  levantándose y pasándose las manos por el pelo-Iré a por él. ¿Dónde lo dejasteis?

-No lo sé.

-Yo sí-dijo Arturo.

-Te acompaño-añadí.

Y así, salimos los tres, a oscuras y tratando de no hacer  ruido en busca de Buce. Tropecé varias veces, pero, siempre estaba delante Pablo.

Cuando ya llegamos a la espesura, escuchamos los primeros relinchos. Pablo se acercó.

-Hola, chico-lo acarició con cariño.

-Vámonos-pedí, estremeciéndome.

Aceleramos el paso a la vuelta.

-¿Dónde lo dejamos?

-Llamaré a Lysia y se lo contaré. Iros a la cama.

-No, espero contigo-dije.

-Insisto, vete.

Arturo no lo dudó y se marchó.

-Noah, sube, estás cansada, ha sido un día duro, descansa.

-No, espero contigo-repliqué, pese al sueño que tenía.

-Anda, hazme caso.

Cedí.

-Porque lo dices tú ¿eh?-dejé claro.

Sonrió.

-Buenas noches-subí.

Vi que dejaba a Bucéfalo fuera e inspeccionaba la planta de abajo.

Abrí la puerta de mi habitación y me metí en la cama. Cerré los  ojos.

-¿Qué pasó con el caballo?-me llegó la voz de Arturo desde la oscuridad.

-No lo sé. Pablo iba ahora, yo he venido a dormir.

-Ah-se limitó a decir.

Cerré los ojos, profundamente, disfrutando de la cama.