Seguidores

lunes, 9 de julio de 2012

Capítulo 47




Los días siguientes fueron confusos y tristes. Avanzábamos con rapidez, queriendo terminar con aquello; casi no hablábamos. El sentimiento de culpa nos torturaba.
Aunque, en su momento, yo afirmara que la culpa no era nuestra, que nadie tuviera la culpa de lo sucedido, realmente no lo pensaba.
Y, la culpa, no era de Pablo, si no, mía. Yo insistiera en ir para ayudar a Pablo (y no me arrepentía de ello, para nada). Yo no hiciera nada por detenerlo, por decirle que se quedara, que no se arriesgara.
Si hubiéramos planeado más la situación, Arturo estaría molestando, como siempre. Le recordé con verdadera pena. Pensé en su novia, la que aparecía tan sonriente a su lado en el salvapantallas de su móvil. ¿Llegaría a enterarse algún día? ¿Y su familia? A lo mejor, lo habían dado por desaparecido, y eran demasiadas desapariciones para nuestro aburrido pueblo, en el que el día en que una mosca moría se convertía en recordado durante un par de años.
Pensé también en nuestras familias, ¿qué pensarían? Tal vez, si se enteraran de lo de Arturo (que era lo más posible), pensaran que era el culpable de nuestra desaparición, que era un loco perturbado que nos había secuestrado o asesinado, o algo por el estilo, conociéndolos… Pero era por nuestro bien. Aunque Arturo le había salvado la vida a Pablo que si no…, me estremecí. Hacía frío y la humedad llenaba el ambiente. A lo mejor, hasta llovía. Esperaba que no, estábamos en el bosque, sin más protección que la de los árboles nos ofrecían, terminaríamos mojados, fríos, encima de tristes.
-Me da pena pensar que está allí…bajo unos arbustos-una lágrima resbaló por mi mejilla.
Lo habíamos cubierto con unos arbustos que encontramos ya que no teníamos herramientas. El cuerpo de Akyan, lo dejáramos al descubierto, sin saber muy bien que hacer.
-Y a mí-musitó, apenado.
-No pudimos hacer nada-continué, tratando de reconfortarnos.
Me miró.
-Sabes que sí que pude…-protestó.
-No quiero discutir ahora-lo frené.
Asintió y se calló.
-Lo siento-se disculpó.
-No pasa nada, yo saqué el tema.
Noté que una gota me caía en la cara. La miré, extrañada, ya había dejado de llorar un par de minutos atrás. En apenas unos segundos, la lluvia caía a raudales, empapándonos. Espoleamos los caballos (cabía decir que adquiriéramos cierta práctica), en busca de cobijo.
-Es inútil-me quejé. Tras unos minutos de incesante lluvia, estaba calada hasta los huesos, tiritando.
Pese a ello, continuamos nuestro camino.
-Creo que estamos cerca-declaró-Tal vez si apuramos, consigamos llegar durante la noche.
-No-negué-Con la lluvia iremos más lentos, y tenemos que descansar. Además, por la noche es peligroso caminar.
Asintió, pesaroso.
-No sé que haremos…-musitó. Lo notaba muy triste y distante pero yo no podía hacer nada, me sentía igual.
-Ni yo-me estremecí. La ropa se me pegaba al cuerpo, era una sensación que odiaba.
La lluvia, en vez de disminuir, aumentaba. Golpeteaba contra las hojas, y estas, emitían un sonido similar a un tamborileo, todas al mismo compás.
-Debe de ser una tormenta veraniega-comenté.
Se encogió de hombros. Los tres caballos bufaban con fuerza. Parecían contentos de ver llover. Se me ocurrió pensar que era un clima seco, sobretodo, en verano. Aunque aquello no tenía sentido, porque, si no, ¿cómo habíamos encontrado tantos arroyos?
Por aquella parte del bosque, no eran tan abundantes pero seguían existiendo en una gran cantidad.
Empezamos a darnos por vencidos, la noche se nos echaba encima y nosotros seguíamos sin encontrar un refugio. Estábamos cansados y, por lo menos yo, con dolor de cabeza.
-A este paso, acabaremos durmiendo aquí-volví a comentar sin demasiado entusiasmo.
-Sí, pero habrá que tener cuidado de no dormir en un terreno hundido porque si no se habrá convertido en un lago-sonó su voz en el ``silencio´´ del bosque, cargada de ironía.
Me permití soltar una breve risa ante su comentario. Aún íbamos a morir de hipotermia, ya sería el colmo. Derrotar al malo y morir de frío. Resultaba bastante cómico, así que empecé a reírme a carcajadas. Unos segundos después, ante la extrañada mirada de Pablo, me disculpé.
-Lo siento, pero es que…-volví a reír.
Se encogió de hombros y sonrió, era la primera vez que lo hacía en mucho tiempo, desde la lucha contra Akyan. Le devolví la sonrisa, alegre.
-Es porque…-comencé a explicar.
-Tranquila, no hace falta que te expliques. No quiero conocer los intricados recorridos de tu mente-me tranquilizó.
Volví a reír, esta vez más bajo y durante menos tiempo. Me alegraba de que intentara estar más contento. Comprendía que estuviera apenado por la muerte de Arturo (yo también lo estaba) pero debíamos tratar de ir superándolo poco a poco. Había que ser fuertes.
La suerte, al final, estuvo de nuestra parte. Cuando ya perdiéramos definitivamente toda esperanza de no tener que dormir en un suelo encharcado, la salvación apareció ante nosotros en forma de construcción.
Era una ``casa´´ idéntica a la que encontráramos en nuestro camino. Habría jurado que era la misma, de no ser porque sabía que estábamos en otra dirección. Tal vez, por dentro era más grande, pero tampoco había una diferencia abismal. Sus paredes, de piedra, habitualmente tan frías, nos parecían cálidas y agradables. Lo miré, queriendo preguntarle si debíamos entrar. Asintió, leyendo la pregunta en mis ojos. Esta tampoco tenía puerta. Entré y me senté en el suelo, chorreando. Pablo ató los caballos en el interior. Me escurrí el pelo con las manos, hacía muchísimo frío. Cuando los caballos estuvieron seguros, se sentó a mi lado. No hablamos, nos limitamos a intentar entrar en calor pero, la verdad,  es que no tenía sentido, ¡estábamos empapados!
-Ha sido un milagro que encontráramos esto-susurró.
-Sería más milagro si tuviera calefacción-reí.
Terminé por dormirme, agotaba y mojada todavía.
A la mañana siguiente, el sol se filtraba por la abertura de la puerta. Me toqué el pelo, inconscientemente. Seguía mojado. De las hojas de los árboles pendían gotas que recordaban la tormenta del día anterior pero, estas, se fragmentaban en un millar de colores cuando el sol las rozaba con sus tímidos rayos, formando un arco iris que contrastaba con el dominante verde.
Desperté a Pablo y nos pusimos a caminar.
-Si nos damos prisa, llegaremos antes de la noche-indicó.
-Pues vamos-respondí, aliviada.
No podía creer que todo estuviera a punto de terminar. Era demasiado…irreal, surrealista. Recordé, todo lo que nos había sucedido. Nadie nos creería. Y no los culpaba, ni yo misma llegaba a creerlo.
 Empezaba a anochecer cuando llegamos a la aldea.
-¿No deberíamos escondernos?-me inquieté. Entrar a la luz del día un lugar donde dos semanas antes habían intentado matarnos, no me parecía lo más lógico del mundo.
-No-afirmó-Ya hemos acabado con Akyan…-parecía que necesitaba autoconvencerse.
Me encogí de hombros, todavía nerviosa.
-Ya verás. Dentro de unos días, como muy tarde, estaremos en casa-sufrí un escalofrío al recordar a Arturo.
Nos adentrábamos en el pueblo. Pese a sus palabras, seguía sin parecerme seguro ni la opción, más adecuada. Alguien que correteaba entre las calles nos vio y se alejó, corriendo a más velocidad, calle abajo. Un par de minutos después, la gente, insegura, nos observaba desde ventanas, puertas, o la misma calle. Unos hombres fuertes (aseguraría que eran los mismos de la taberna) se acercaron a nosotros.
-¡El caballo de la reina!-gritó uno.
Miré a Bucéfalo, preocupada. Vale, sí, Buce era el mejor caballo que viera y estaba convencida de que el mejor que existía pero ¡tenían delante de sus narices a Pablo, el elegido! Y a mí, que, bueno, lo acompañaba. ¿Sería una excusa para detenernos? Pensándolo bien, era mucho mejor que conseguir que cundiera el pánico que deteniéndolo por ser el elegido. Nos acusaban de robar el caballo de la reina y todo listo. Nos mataban, se libraban de nosotros… Varios pájaros de un tiro.
Miré a Pablo, ligeramente furiosa. Tenía que haberme hecho caso. Bueno, la mayoría de veces que yo tomara decisiones todo saliera mal pero alguna vez iría la vencida, ¿no? Y no teníamos nada que hacer si se empeñaban en llevarnos detenidos. Pero es que no oponer resistencia…
-¡Bajaros! Iréis ante los reyes-ordenaron.
Lo que yo decía. Mientras Pablo desmontaba, yo me quedé sentada. Todavía no era capaz de bajar de la silla con soltura y sin darme un buen golpe. Pablo di un paso hacia mí pero de detuvo ante una mirada de advertencia de uno de los hombres, él que más mandaba.
-Esto… no sé bajar-murmuré.
Me miraron y se rieron a carcajadas. Enrojecí, de rabia. Traté de calmarme y permanecí quieta.
-Ayúdala-ordenaron a Pablo-Ya sabes que pasará como intentes algo raro…-amenazaron.
Me ayudó. Lo miré, preocupada. Observé lo tenso que estaba, parecía nervioso. Normal, sinceramente. La habíamos fastidiado. Todo hubiera salido bien si… Para que todo hubiera salido bien, deberíamos estar en nuestro pueblo, disfrutando del verano y no allí. Pero, dentro de esas circunstancias, tendríamos que haber seguido ocultos y llegar a la casa de Lysia. Allí, nadie nos habría acusado de robar a Buce.
En verdad, no lo habíamos robado. Él andaba suelto por el bosque y nosotros lo ``adoptáramos´´ . Que lo tuvieran mejor vigilado.
-¿Pablo?-susurré, tratando de que no me oyeran.
Me miró de reojo e inclinó la cabeza levemente, como indicando que me escuchaba.
-¿Qué hacemos?
Sacudió la cabeza en un gesto casi indetectable.
Hizo un gesto con la mano hacia abajo, indicándome que estuviera callada y quieta.
-Venga, en marcha-indicaron.
Uno se puso en cabeza y los demás nos rodearon. Intenté permanecer lo más cerca de Pablo posible. Nuestras manos se rozaron en un par de ocasiones. Nos metieron en una casa medio abandonada y cerraron la puerta, dejándonos solos en la oscuridad. No había ventanas, no podíamos escapar. El suelo estaba descubierto y sólo había unas tablas mohosas en una esquina de la habitación.
-Lo siento mucho-empezó-Debería haberte hecho caso, soy idiota-se pasó con desespero las manos por el pelo.
Me acerqué y lo abracé.
-Shh-susurré-Lo arreglaremos ¿vale? Lo conseguiremos. Por ahora, nadie nos ha vencido-sonreí, tratando de ocultar mi preocupación.
Asintió, desalentado.
-Por favor-suplicó-Déjame hablar a mí.
-¿Qué pasa? ¿Qué yo soy tonta?-protesté, frunciendo los labios en un mohín que indicaba enfado.
-No, eres demasiado impulsiva. No piensas las cosas antes de decirlas. Y me quieres demasiado-terminó, esbozando una débil sonrisa.
-¿Algo más?-ironicé-Pero tienes razón, te quiero demasiado para lo tonto que eres-le dije con cariño.
-No sé que me ves-rió.
-Eso debería decirlo yo-me quejé.
-¿Tú? Vamos, sólo con lo que has hecho este verano…
Sonreí. Le besé en los labios. Hacía mucho que no nos besábamos. ¿Desde la muerte de Arturo? Sí, desde antes, incluso. Y, pusimos todas nuestras emociones y sentimientos en esos breves instantes mágicos, volcándonos en ese beso como si fuera el último. 
Nos separamos y sonreímos.
-Si tienes la mínima oportunidad de escapar, no dudes en hacerlo-rompió el silencio.
-¡No digas tonterías!-exclamé-Sabes que no pienso huir, así que, cállate.
Sacudió la cabeza, malhumorado.
-¡Mira que eres protestona y borde!-se frustó.
-¿Ves? Ya empiezas a encontrarme defectos…-bromeé.
No parecía demasiado dispuesto a seguir mis bromas.
-Noah, puedes probar a hacerme caso de vez en caso, a ver que pasa. Has hecho oídos sordos a todas las cosas que te he pedido este verano.
-Este no es el momento más adecuado para empezar a discutir sobre si tengo que hacerte caso o no-tercié-Nunca lo he hecho y sería muy difícil empezar ahora, compréndelo. Es complicado cambiar las malas costumbres.
-Eres incorregible…-se quejó pero sonrió.
-Podemos golpearlos con un madero pocho-se me ocurrió.
-¿Pocho?-se burló durante un rato-Lo siento pero ha sido un buen chiste…-continuó, apoyado las manos en la barriga mientras se carcajeaba.
-No era un chiste, lo decía en serio-comenté, con seriedad, mirándolo a los ojos. Intenté parecer herida, así luego me reiría a su costa.
Otra vez me hallaba en una situación surrealista. A punto de ser conducidos ante Enlorth y Shylia, y nosotros bromeando. Bueno, no íbamos a llorar antes de tiempo. Y pensé en Arturo, deprimiéndome al instante. Él nunca volvería a reír. Ni podría compartir buenos momentos con su novia. Por un momento, deseé haberlo conocido más, aunque eso sólo habría incitado a que lo añorara más. Suspiré, sumida en mis pensamientos y una honda tristeza.
-¿De verdad te he molestado tanto?-me preguntó, arrepentido.
-No, no es por eso-sacudí la mano-Pensaba en…Arturo-terminé, con un nudo en la garganta.
-Te entiendo-reconoció, apenado.
Permanecimos unos cuántos minutos en silencio hasta que la puerta comenzó a abrirse, nos pusimos de pie. Me acerqué a Pablo, que me rodeó con un brazo, protector.
Entraron unos hombres (fuertes como no).
-Alejaos el uno del otro y levantad los brazos-ordenaron.
Lo hicimos, reticentes. Me asusté. Nos ataron las manos a la espalda con cuerdas. No hizo falta que nos ataran los pies, no presentamos resistencia.
-Como intentéis algo raro…-amenazaron.
Nos sacaron del lugar y nos acercaron a un carro con la parte de atrás tapada por una especie de puerta. La abrieron. Dentro del carro, había unos bancos por todas las paredes, con unas argollas en la pared y el suelo. Nos engancharon los pies y las manos a ellas y salieron, cerrando la puerta y dejándonos en la casi completa oscuridad. El carro empezó a bambolearse, no era demasiado cómodo.
-¿Qué crees que nos harán?-pregunté, más asustada de lo que quería reconocer.
Tardó mucho en contestar. Cuando habló, su voz sonó ronca y afectada.
-No lo sé. Pero no creo que nos dejen irnos de rositas. Enlorth casi te atrapa una vez-lo recordé, con un escalofrío-Esta vez nos ha atrapado a los dos. Y de la manera más tonta posible.
-Oye, creo que lo que voy a decir es una estupidez. Pero ¿y si Enlorth fuera Akyan?
-¿Cómo?-creía que le daba algo mientras pronunciaba esas dos sílabas.
-Sé que no tiene demasiado sentido pero, escucha. Enlorth estuvo hace mucho tiempo en el bosque con Akyan… ¿Y si cuándo nosotros acabamos con Akyan, él estaba debilitado por ``habitar´´ también en el cuerpo de Enlorth? Piénsalo, se hace pasar por Enlorth y se casa con Shylia, la princesa, y así maneja todo el imperio. Por eso quiere acabar contigo y que todos te consideren una amenaza, para seguir manejando el imperio como le dé la gana y atacar cuando nadie se lo espere-hilé.
-¿Y la profecía?-indagó.
-Eso no tiene nada que ver, podía cumplirse o no.
-¿Y Aldhien?-continuó preguntando. Parecía reticente a creerse mi teoría pero yo, cada vez estaba más convencida.
-Lo engañó. ¿Te crees que no sabe mentir?-aseguré.
-¡Mierda-exclamó en voz baja-¡Mierda, mierda, mierda!-gritó, enfurecido. Comenzó a sacudir las esposas que le rodeaban las muñecas-Tenemos que salir de aquí ya, evitarlo como sea…-se desesperó.
Un golpe sonó en un lado del carromato, muy cerca de mi cabeza, sobresaltándome.
-¡Silencio!
Durante unos minutos, trató de liberarse por la fuerza pero terminó por dejarse caer, con la cabeza gacha.
-Noah, esto es el fin…-murmuró con la voz rota.
-Pablo, siempre hay algo que hacer…-repliqué, en el mismo tono.
-No, esta vez no.

3 comentarios:

  1. MADRE MÍA. CUANDO CREO QUE NO PUEDE PASAR NADA MÁS, QUE YA SE HA ACABADO TODO... ¡ZAAAAAAAAAAAAASCA! Joder, que Arturo haya muerto a lo tonto me jode muchísimo T_____T Con lo achuchable que era. Y a Noah no se la podría haber ocurrido antes, no. Joder, qué mal, qué mal...
    Por cierto, no me tendrás mucho tiempo sin historia, ¿verdad? ¡QUE AHORA QUE ME HE ENGANCHADO NO SE ME PUEDE DEJAR ASÍ, QUE NO ES SANO!

    ResponderEliminar
  2. Peroo q mas le pueden pasar? Tu eres mala, no los encierres, a Pablo si, pero a Noah no que ella es inocente de todo. No pyede acabar esto, no puees dejarnos con la historia en ascuas yque esperemos a que subaa cuando esta termine la 2 parte.

    Quiero pronto el siguiente, no sabia quw podian pasar tantas cosas en un mismo capitulo

    ResponderEliminar
  3. La pobre Noah ya ha sufrido suficiente, no crees? JDNIF estiy deseando leer el prox aunq ya queda poquito para q acabe la 1º parte e.e' Un beso!!

    ResponderEliminar

¡Hola! Alguien que se acuerda de comentar y hacerme feliz :) ¡¡Recuerda confirmar que no eres un robot!! xD
PD: Agradeceré tu comentario mientras no sea spam.