Seguidores

domingo, 4 de noviembre de 2012

Capítulo 9


A media tarde, entramos en un pueblo.
-Lo llevaré a mirarse eso-dijo Aklenk-Podéis adelantaros.
-No me pasa nada-protestó Arturo.
Torcí el gesto. Estaba bastante enfadada con él. Sí, ya sabía que él tenía carácter y que podía ser tan impulsivo como yo, pero me había hecho daño. No pensaba olvidarme tan fácilmente.
Nadie se molestó en tratar de llevarle la contraria. Siguieron caminando y se detuvieron delante de una puerta.
-Bájate-le ordenó Rewth.
Supuse que habló él en vez de su primo porque imponía más autoridad. O eso pensaba yo.
Arturo no se negó esta vez. Siguió con obediencia a Aklenk.
-Tengo que conseguir unas cosas que a lo mejor nos hacen falta para el viaje-nos dijo Rewth-Creo que este es el mejor sitio. Además de que hoy hay mercado-explicó-Dejaremos los caballos en casa de un amigo mío. Podéis ir a dar una vuelta mientras tanto. Os buscaremos, esto no es muy grande.
Asentí y le di las riendas de Bucéfalo.
-Mejor que vayáis juntos…-nos recomendó-Sé la costumbre que tienes de perderte-me guiñó un ojo.
Bufé.
-Si no quieres ir conmigo, da igual porque…-tartamudeó Pablo.
-No he dicho que no quisiera ir contigo-lo interrumpí, en un tono no demasiado malhumorado.
-Tranquila-se rió.
Di un par de pasos dubitativos, hasta que él se colocó a mi lado.
Nos alejamos de esa calle y entramos en otra bastante grande, con puestos a ambos lados y un agradable olor a comida.
Empecé a mirar las cosas: comida que consiguió hacer rugir a mi estómago, hermosos vestidos y joyas. Pablo se acercó a mirar unas espadas, sin perderme un solo segundo de vista. Siempre me había tranquilizado esa manera que tenía de protegerme, de hacer cualquier cosa sin perderme de vista.
Una mujer tropezó conmigo y se alejó sin disculparse, maldiciendo mi torpeza. Me acerqué por detrás a Pablo y apoyé una mano en su hombro.
-¿Qué miras?-pregunté, con cariño.
-Esto…-se giró y tardó en contestar-Espadas-parecía turbado al responder.
Mi corazón latía muy fuerte, más de lo normal.
Su pelo le caía sobre la frente, dándole un aire rebelde. Sus ojos relucían, verdes como un bosque. Una sonrisa empezó a extenderse por sus labios. En ese momento, ambos dejamos de ser conscientes de lo que hacíamos. No nos acordábamos de todos los motivos que nos habían separado, volvíamos a ser los de antes. Los de mucho antes. Me incliné hacia él, sin darme cuenta. Él agacho la cabeza, correspondiendo a mi gesto. Unos segundos más tarde, nuestros labios se rozaban. Primero, con delicadeza, un suave tanteo. Después, con avidez. Me sentí…completa después de mucho tiempo estando por trozos. Imaginé que así se sentirían las piezas de un puzzle hasta que las juntaban. Apenas fui consciente de que su mano se apoyaba en mi espalda, empujándome más hacia él. Yo le aparté un mechón de pelo, sin dejar de besarlo. Nos separamos cuando ya no podíamos respirar. Jadeé. Estábamos rojos como la grana. 
Vi que alguna gente nos miraba pero yo permanecí inalterable. Bueno…todo lo inalterable que podía estar tras un beso de semejantes condiciones con el chico al que había dejado unas semanas atrás y que había sido mi novio durante tres años.
-Apartémonos del medio-musitó Pablo.
Lo seguí hasta un rincón tranquilo.
Permanecimos unos minutos sin hablar, esquivando nuestras miradas.
-¿Qué significa esto?-me preguntó, por fin.
-Dímelo tú-repliqué.
Sin darme cuenta, tenía la piel de gallina y me mordía el labio inferior. Su mano, en un gesto distraído, me separó el labio de abajo, impidiendo que lo mordiera.
-Así mejor-me dijo.
-¿Vas a contestarme?-insistí.
-Vuelve conmigo, por favor-su tono fue de súplica.
-Pablo yo…-no supe contestar.
-Noah, te lo suplico. Te necesito a mi lado. Sin ti, no soy yo. Nunca podré serlo si no estás conmigo. Contigo, soy diferente. A tu lado, todo tiene sentido. Cualquier cosa sin explicación, que pueda parecer un milagro, deja de serlo en cuanto te miro, tú eres un milagro. Eres perfecta. Siempre has sido lo mejor que me ha pasado. Por favor…-se detuvo unos segundos. Yo apenas podía hablar-No me digas que no has querido besarme ahora.
-Sí he querido hacerlo. Pero eso no cambia nada… Recuerda porque…-empecé, tratando de disuadirlo. Estaba segura de que terminaría por ceder, si seguía de ese modo.
-¡Tú solo recuerdas las cosas malas! Yo prefiero recordar las buenas, las que hacían que todo lo demás valiera la pena.
-No puedo olvidarme de ellas-argumenté.
-¡Sí puedes! ¿Crees que yo no he tenido motivos para sentirme herido o estafado o…? Los he olvidado por ti.
Me sentía atrapada. Volvía a estar en una encrucijada y debía tomar una de las decisiones más difíciles a las que me enfrentara. ¿Qué hacer?
-Sólo escúchame-continuó-Sé que me quieres. También sé que Arturo es importante para ti-no me molesté en interrumpirlo-Quiero que seas feliz. Pero me parece que con Arturo no lo serás jamás. Y a lo mejor conmigo tampoco, aunque puedes estar segura de que haría todo lo posible e imposible para conseguir que sonrieras cada segundo de tu vida.
¿Qué podía decir ante aquello? ¡Cualquier chica estaría enamorada con menos! Pero yo no era ``cualquier chica´´ Yo era la chica que había podido disfrutar tres años a su lado y lo había mandado a paseo. ¿Una chica así lo merecía?
-Y, no digas que no me mereces ni nada por el estilo. No sé si alguna vez te has mirado en un espejo, pero eres genial, perfecta. Cualquiera con ojos en la cara lo vería.
Me estaba convenciendo. Me convencía de que era la persona perfecta. La persona más perfecta que había conocido.
-Por favor…-susurró, agachando la cabeza-No pretendo forzarte, ya lo sabes.
Me quedé paralizada. ¿Qué hacía, qué decía? ¡Debía decidirme!
Si le hacía daño ahora, podría considerarme la peor persona del Universo. Si lo dejaba pasar, también lo sería.
-¿Y Arturo?-sólo era una excusa para ganar tiempo.
Notaba el cerebro paralizado y me parecía oler a humo. Mis conexiones intercerebrales comenzaban a fallar por sobrecarga.
-No será un inconveniente si de verdad me quieres. No pienses en eso. Sólo preocúpate de darte cuenta de si quieres que estemos juntos.
Lo deseaba. Deseaba volver a besarlo. Deseaba que me abrazara. Deseaba que me hiciera rabiar, deseaba caminar de su mano. Lo deseaba tanto que me dolía, que un cosquilleo me recorría por dentro.
No quería decir que sí. Sabía que, tarde o temprano, volvería a hacerle daño.
Antes de que fuera capaz de darme cuenta, ya había respondido. Me observaba, incrédulo.
-Sí, claro que sí, ¿cómo te iba a decir que no?-suspiré. Estaba casi llorando.
-Antes, quiero preguntarte…-se detuvo.
-Pregunta-le pedí, sorbiendo los mocos que comenzaban a caerme y pasándome el dorso de la mano por los ojos.
-¿Estás segura? No quiero que lo hagas por lástima… ¿De verdad me quieres?
Me dieron ganas de gritarle, pero en vez de eso, me acerqué a él, a su oído:
-No, no te quiero, te adoro. No puedo vivir sin ti ¿lo sabes?-le susurré.
Se apartó un poco para mirarme.
-¿Y hasta ahora…?-suspiró, sin terminar de creérselo.
-Todo es diferente si estás conmigo. Deberías saberlo ya-le sonreí.
Sus ojos se iluminaron.
Me acarició con delicadeza el pelo.
-No le digamos nada a nadie por ahora ¿vale?-pedí-Y hagamos como antes, no hablemos más de lo necesario y nada de mimos ¿queda claro?
-Sí…Pero no sé porque tenemos que ocultarnos-protestó.
-Por los demás.
Aceptó, pero se inclinó a besarme por segunda vez. Sus labios consiguieron acelerar mi corazón de tal manera que pensé que se me iba a salir del pecho.
-No creo que puedas llegar a imaginar como te añoré. Era como si no estuviera completo…-su voz se fue atenuando hasta convertirse en un murmullo.
-No pienses en ello ahora-lo calmé-Sigamos paseando.
Aceptó de buena gana.
En una primera impresión, el mercado me había parecido un lugar bonito. Ahora, se había convertido en el mejor lugar del mundo, maravilloso era poco.
-Sigo sin creerme lo que acabamos de hacer-suspiré, apretándole con fuerza la mano. Me devolvió el apretón.
-No sabes lo contento que estoy de poder hacer esto otra vez…-se inclinó para besarme.
En cuanto se separó, me mordí el labio para no echarme a llorar.
Me apartó el pelo de la cara.
-Sabía que no podíamos acabar así-me dijo.
-Di la verdad, no lo sabías-refunfuñé.
-Tenía una vaga idea-se rió.
-Tonto-lo empujé.
-Boba-me devolvió.
No sabía como había resistido tanto tiempo sin tocarlo, sin sentirlo tan cercano, tan conectado a mí.
-Creo que es mejor que nos vayamos a un sitio tan íntimo o que nos soltemos las manos…-aventuré.
-Voto por ir a otro sitio-me guiñó un ojo.
Aceleramos el paso. Nos metimos por la primera calle más estrecha que vimos. Al fondo, había una pequeña plaza desierta con una fuente. Troté hasta el borde y me senté. Pablo se puso a mi lado apenas unos segundos después.
Miré mi reflejo y me sorprendió verme más guapa. Mis ojos brillaban de una manera diferente.
Metí la mano en la fresca agua y contuve una sonrisa. La mojé bien y me aseguré de que Pablo estaba distraído. Le mojé toda la cara en un gesto rápido y preciso. Se giró, sorprendido. Formó un cuenco con las manos y las llenó de agua. Me las vació por la cabeza. Solté un grito y me lancé a por él derribándolo. Casi caemos los dos en la fuente, si no fuera porque él se apoyó en el brazo y nos sujetó a los dos.
-Ten más cuidado, no creo que te guste volver empapada y tener que darles explicaciones a los demás.
-Siempre pondría contar la verdad.
-Claro: estoy empapada porque Pablo yo hemos vuelto y queríamos un poco de intimidad y la encontramos en el borde de una fuente, empezamos a tontear, lo empujé y nos caímos-imitó mi tono de voz.
Le saqué la lengua.
-No me apetece seguir con esto…-murmuré.
-¿Qué?-me miró, alarmado.
-Lo de ir al Norte. No te preocupes por lo otro, mis sentimientos están muy claros-lo besé en la mejilla.
-Eres adorable-suspiró.
-No. Tú sí que eres perfecto-me reí. Hacía tiempo que no teníamos una discusión de ese estilo, desde bastante antes de haberlo dejado.
-Calla, señorita perfección-me besó de nuevo.
-Serás imbécil…
Nos levantamos y volvimos al lugar de antes. Esta vez, nos cuidamos de estar ligeramente alejados el uno del otro y de no parecer…felices juntos.

5 comentarios:

  1. María, te odio. He llorado D: Me alegro muchísimo por ellos... Arturo es genial, pero si Noah saliera con él, seguramente se matarían tras la primera hora xDD
    Genial, cómo no :) Un beso <3

    ResponderEliminar
  2. Maria te voy a matar. Por una parte me alegro, pero por otra me da pena Arturo. Cuando se entere el pobre se le caira el mundo encima. Ya espero el siguiente

    ResponderEliminar
  3. Por dios, que bonito!!! ¿Ves? Esto es el tipo de escena que cada vez me hace enamorarme más de Pablo. Es tan dulce, sincero, cariñoso... ¡Aish! Por otro lado, Arturo me da un poco de pena... Pero es que estoy taaan contenta de que vuelvan a estar juntos!!
    Un besito!

    ResponderEliminar
  4. Pues a mí no me da ninguna pena Arturo jaja Noah y Pablo tienen que estar juntos^.^
    ya encontrará otra chica;)
    Bueno, me encanta este capítulo, como todos!:D
    Espero el siguiente:P
    Un beeso!

    ResponderEliminar
  5. OH OH OHHHHHHHHHHHHHHHHH <3
    me ha enamorado ese diálogo, qué bonito por diohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
    Y arturo que le den shwfdh3rhfb noah y pablo siempre podran ser felices,xro con arturo no podra.
    Quiero ya el prox, que qjkndjbehfbr historia de amor mas linda shbehbfr

    ResponderEliminar

¡Hola! Alguien que se acuerda de comentar y hacerme feliz :) ¡¡Recuerda confirmar que no eres un robot!! xD
PD: Agradeceré tu comentario mientras no sea spam.